Por: Juan E. Vega Quiñones
Esta semana comenzaron las clases para los estudiantes de nuestro sistema público de enseñanza. ¡Y una vez más se les falló! Muchas escuelas no estaban listas para recibirlos, por no tener las condiciones que ameritan los centros de mayor movilidad social en el país. Indudablemente esto tiene que causar indignación y frustración en cada puertorriqueño. ¿Cómo es posible que el Gobierno no pueda organizarse durante el año académico y el verano para que los planteles escolares se encuentren en condiciones óptimas en el comienzo de clases?
El Departamento de Educación es la agencia con el mayor presupuesto del país, con alrededor de 5,000 millones de dólares en fondos estales y federales, pero no puede cumplir con el acondicionamiento de las escuelas para comienzo del año escolar. En Isabela la escuela elemental Ceferina Cordero, la cual tiene el único salón contenido en la ciudad, no estuvo disponible para recibir a la comunidad escolar, porque no estaba acondicionada para la fecha del comienzo de clases. ¡Que barbaridad! La falta de prioridad y visión del gobierno no puede seguir siendo la excusa para seguir afectando la enseñanza de las generaciones presentes y venideras.
Esta realidad nos invita a una reflexión profunda sobre los desafíos y esfuerzos que tenemos que asumir para provocar que se vea la educación como una inversión de futuro. En la transformación de nuestro sistema educativo hay que mermar la contratación de asesores para invertir y distribuir correctamente los recursos de manera que lleguen al salón de clases.
El mantenimiento de nuestras escuelas está a cargo de la Autoridad de Edificios Públicos, Oficina del Mejoramiento de las escuelas públicas de Puerto Rico o de los municipios, pero la realidad es que el Gobierno Central no les otorga a estos los recursos suficientes. Es indispensable que el Departamento identifique en el presupuesto de la agencia la partida destinada al mantenimiento y mejoramiento de las facilidades escolares para pasarlo íntegramente a estas agencias y a los municipios, de manera que cuenten con los recursos suficientes para el acondicionamiento de nuestros planteles escolares. La realidad es que nuestros servidores públicos y los alcaldes han demostrado que canalizan y son más efectivos en la ejecución de esta tarea.
Evidentemente, la situación educativa del país es un asunto de prioridad y voluntad, hay que redistribuir los recursos para que nuestros estudiantes no sigan pagando las consecuencias de la falta de capacidad y eficiencia para hacer que las cosas pasen.
El que existan escuelas cerradas en el comienzo de clases por la falta de mantenimiento es inaceptable, insensible y atenta contra el desarrollo y la formación de nuestros estudiantes. ¡Nuestros estudiantes y jóvenes merecen más! ¡Mas maestros bien remunerados! ¡Mas tecnología en nuestros salones! ¡Mas programas de tutorías! ¡Mas servicios y cumplimiento con los estudiantes de educación especial! ¡Mas horario extendido! La educación es la base para la movilidad social y el desarrollo económico, y debemos convertirnos en inversionistas educativos, el país lo exige y nuestros estudiantes y jóvenes lo merecen!
