Por Claudio Raúl Cruz Núñez
El tiempo y el desciframiento de su discurso, timorato y estéril, ha dado como resultado un PPD desgastado e intrascendente. Pareciéndose, cada día más, al Partido Nuevo Progresista, ha forjado una dupla vividora y saqueadora de los haberes públicos. Coinciden y practican la bochornosa costumbre de la mano extendida. Viajan a la ciudad donde radica el poder imperial con el pasaje del pedigüeño impertinente.
Rojos y azules se turnan con devoción y afán en ese excelso arte que derrocha la pequeña política.
La Junta de Control Fiscal, que es la agencia de cobro de Washington D.C, humilla y regaña a los mal llamados honorables. Es risible verlos patalear en el hemiciclo y a la misma vez no tener la gravedad moral de hombres y mujeres de Estado para confrontar a los procónsules de la Junta.
Ni los llamados soberanistas del PPD asoman el morro, en un momento de derrumbe institucional e ideológico como el que estamos viviendo. La dupla popular-progresista baila al son de los billetes mientras el pueblo trabajador recibe el castigo y el saqueo de administraciones mediocres y derrochadoras.
No nos confundamos con los fondos federales que llegan. Eso es una pequeña parte de los jugosos réditos que extraen del territorio no incorporado. La ecuación es sencilla. El archipiélago boricua es un negocio productivo. Por algo los EE.UU. llevan más de 125 años en Puerto Rico. La dupleta rojiblanca lo sabe y está complacida. En este año electoral los escuchamos vociferantes e indignados con el acuerdo colaborativo entre el PIP y MVC. El pueblo debe darse cuenta que la verdadera alianza PPD-PNP lleva muchos años de maridaje compartido y nuestra nación tiene los peores índices de desigualdad, pobreza, salud, criminalidad y seguridad ciudadana. Los invito a leer el más reciente libro de la socióloga arecibeña Linda Colón Reyes: La herencia de la exclusión: Desigualdad y Pobreza. Léanlo antes de noviembre de 2024.
