Jasiel Carril Jiménez – Politólogo y analista de temas judiciales
Hace tres años, el Tribunal Supremo de los Estados Unidos sufrió una transformación ideológica sin precedentes. Con el nombramiento de la jueza Amy Coney Barrett, su mayoría se compone de cinco juristas con un trasfondo conservador. En su jurisprudencia han favorecido una interpretación tradicional de la Constitución, que pretende rechazar el cambio social como herramienta para proteger los derechos individuales. El ejemplo más representativo fue Dobbs v. Jackson Women’s Health Organization, decisión que invalidó el derecho al aborto.
Recientemente, el Tribunal Supremo reiteró su fidelidad a los derechos fundamentales tal como se concibieron durante la fundación de los Estados Unidos. El pasado 30 de junio, la corte favoreció a una diseñadora de páginas web que se rehusó a brindar su servicio a parejas del mismo sexo. El objetivo de la mayoría supone una clara intención de resaltar la libertad de expresión frente a los derechos adquiridos por la comunidad LGBTQ+.
Resta por analizar si se producirá algún cambio en la visión del Tribunal Supremo con la llegada de la jueza Ketanji Brown Jackson. La togada ya se ha expresado a favor de una interpretación más pragmática de la carta magna. A fin de cuentas, el pueblo continúa ejerciendo su soberanía ante los múltiples reclamos de mayor transparencia y acceso a sus derechos individuales.
