jueves, noviembre 21, 2024
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Los pensamientos intrusivos y su gestión…

Por Lcdo. Luis Ibrahyn Casiano

Los pensamientos intrusivos pueden manifestarse a través de ideas, imágenes o recuerdos no deseados que pueden causar malestar significativo. En muchos casos, estos pensamientos pueden ser perturbadores y difíciles de controlar, afectando la calidad de vida de las personas que los experimentan. La psicología y por consiguiente la psicoterapia, ofrecen diversas estrategias para gestionar estos pensamientos, desde técnicas de autogestión hasta la intervención profesional. Para una persona que padece de pensamientos intrusivos, es importante comenzar conociendo los elementos de su naturaleza, pero este aspecto de querer conocer su origen puede crear mayor incomodidad emocional cuando se hace de forma individual sin la guía profesional. Para empezar, es importante que sepamos que los pensamientos intrusivos son comunes y pueden surgir en cualquier momento, lo relevante es lo que pueden llegar a causar. Estos son característicos de varios trastornos mentales (pero sin limitarse), como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC), la ansiedad y la depresión. Aunque todos experimentamos pensamientos intrusivos en algún momento, su persistencia y la dificultad para gestionarlos puede variar considerablemente entre individuos y su severidad entre trastornos. También es importante que sepamos, que, la composición genética, o sea, las bases biológicas del ser humano también pueden incidir en la formulación de estos pensamientos intrusivos. Para su corroboración se utiliza en muchas instancias los enlaces multidisciplinarios para el “diagnóstico de origen” y la recuperación holística.


La parte más dura del pensamiento no es su aparición repentina e indeseada, sino, su constante manifestación. Ante esto, la Psicología tienes unos enfoques que considera esenciales, como; la Aceptación y Compromiso (ACT). Este enfoque se centra en aceptar los pensamientos intrusivos sin intentar cambiarlos. La premisa es que intentar suprimir estos pensamientos puede aumentar su intensidad y frecuencia. En cambio, se anima a las personas a comprometerse con acciones basadas en sus valores y deseo de mejorar a pesar de la presencia de pensamientos no deseados. Como terapeutas, trabajamos mucho desde la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC). Esta es una de las formas más efectivas de manejar los pensamientos intrusivos. Se basa en identificar y cambiar patrones de pensamiento disfuncionales. Técnicas como la reestructuración cognitiva ayudan a las personas a moldear y modificar los pensamientos intrusivos, reduciendo su impacto emocional y por consiguiente su impacto en el estado de ánimo. Por otro lado, el «Mindfulness» y sus técnicas llevadas a cabo por el o la participante, ya sea en terapia o fuera de ella; ayuda a estar plenamente presente en el momento. Permitiéndoles observar la vida y no los pensamientos, sin juzgar ni reaccionar a ellos desde el hastío. Esta técnica puede ayudar a reducir el poder de los pensamientos intrusivos, permitiendo que pasen sin causar angustia, lo cual es la meta primaria, mucho más que su erradicación, lo cual depende de muchos otros aspectos.


¿Cuándo buscar ayuda profesional?, es una de las mayores interrogantes de las personas que se sienten agobiadas por los pensamientos intrusivos (ya sean catastróficos o no). Es crucial buscar ayuda profesional cuando los pensamientos intrusivos causan un malestar significativo y constante, cuando interfieren con la capacidad de llevar a cabo actividades diarias por episodios de tristeza, coraje o ansiedad y cuando conducen a comportamientos compulsivos o de evitación. También es importante identificar si estos pensamientos provocan ideas suicidas, homicidas o autolesivas. Ante esto, un terapeuta cualificado puede proporcionar un diagnóstico adecuado y desarrollar un plan de tratamiento personalizado. Sin dudas, gestionar los pensamientos intrusivos es un desafío común, pero con las estrategias adecuadas desde la psicoterapia es posible reducir su impacto y mejorar la calidad de vida. La autogestión a través de técnicas como la TCC, el «mindfulness» y la ACT puede ser efectiva para muchas personas. La intervención temprana y adecuada puede marcar una gran diferencia en la recuperación y el bienestar a largo plazo.

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