Por DR. EDGAR LEÓN
La Comisión Estatal de Elecciones de Puerto Rico (CEE) se enfrenta a una crisis sin precedentes mientras se acercan las elecciones, con múltiples factores que ponen en riesgo la integridad y la eficiencia del proceso electoral. La falta de una presidenta titular en la comisión, sustituida por una presidenta alterna que ha demostrado ser lenta en la toma de decisiones, es solo la punta del iceberg de una situación preocupante.
Los miembros de la Junta Estatal de Elecciones, particularmente aquellos representando a otros partidos, han expresado su frustración por la falta de acceso a información crítica para la toma de decisiones. Sin datos completos, las decisiones necesarias para garantizar un proceso electoral transparente y eficaz se ven comprometidas, creando un ambiente de incertidumbre y desconfianza.
Uno de los problemas más graves es el retraso en la impresión de las papeletas de votación. Hasta la fecha, no se han enviado a imprimir, lo que impide las pruebas esenciales de las máquinas de votación y del papel utilizado. La falta de estas pruebas no solo pone en duda la funcionalidad de los equipos, sino que también abre la puerta a posibles fallos técnicos el día de las elecciones.
Además, existe una preocupante falta de información sobre las condiciones de los colegios de votación. No se sabe cuántos de ellos están en condiciones óptimas en cuanto a energía eléctrica, conexión a internet y planta física. El hecho de que haya menos colegios disponibles para votar este año agrava aún más la situación, dificultando la logística y aumentando el riesgo de largas filas y caos el día de las elecciones.
El problema se extiende a la distribución de papeletas para el voto adelantado, un proceso crucial para personas envejecientes y encamadas. A estas alturas, muchas de estas papeletas aún no se han distribuido, dejando a una población vulnerable en un limbo electoral.
Finalmente, la situación se agrava con la presencia de aproximadamente 40,000 personas fallecidas aún registradas en las listas de votantes. Esta cifra alarmante pone en duda la precisión del padrón electoral y la capacidad de la CEE para depurarlo adecuadamente antes de las elecciones.
La caricatura de la situación es evidente: el sistema electoral de Puerto Rico parece un reloj sin manecillas, donde los ancianos que lleguen a votar podrían encontrarse con un caos difícil de sortear. La falta de decisiones rápidas y la inacción podrían llevar a un desastre electoral que afectará la confianza pública en el proceso democrático. Es imperativo que se tomen medidas urgentes para corregir el rumbo antes de que sea demasiado tarde.