Saturday, April 27, 2024
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Trastorno sensorial: niños con problemas de conducta

Por Lic. Nellie Torres de Carella, patóloga del habla y lenguaje
Directora, Instituto Fonemi de Puerto Rico y la Academia Fonemi

Trastorno sensorial: niños con problemas de conducta
Se cubren los oídos y gritan ante ciertos ruidos, muerden todo, se mantienen en constante movimiento, le dan rabietas frecuentementes, sin razón aparente; no toleran que le laven la cara y se molestan con los cambios.

En el salón de clases este menor será un reto constante para los maestros que citarán a los padres para alertarles de que si no mejora la conducta, tendrán que cambiarlo a otra escuela. Así que lo refieren a un psicólogo para que desarrolle un programa de modificación de conducta.

Muchos considerarán estas conductas como producto de falta de disciplina en el hogar. Sin embargo, las conductas que presentan estos niños no necesariamente son secundarias a un mal manejo, sino que podrían ser secundarias a un trastorno de procesamiento sensorial (TPS).

¿Qué es un trastorno de procesamiento sensorial?
Es una dificultad del cerebro para procesar la información sensorial que se recibe a través de los sentidos, como olores, sonidos, colores o luces, sabores o texturas. Además de los 5 sentidos conocidos, también hay unos poco conocidos, como el vestibular y el propioceptivo, que nos ayudan a procesar todos los movimientos de nuestro cuerpo, a tener conciencia del mismo, además de a un buen balance y equilibrio.

Recientemente, se está comenzando a considerar este trastorno como uno separado de los diagnósticos de trastorno de atención y de autismo, porque aunque es común que esté presente en ambos, algunos niños tienen el mismo como diagnóstico principal, no como parte de otro.

Los niños con TPS pueden sentir sobre o bajo lo esperado. En el primer caso, en términos auditivos, se cubren los oídos en ambientes ruidosos y pueden reaccionar con una pataleta porque se abruman con la información auditiva.

En el segundo caso, uno con baja sensación, hacen ruidos constantes con la boca y con todo objeto, y suelen gritar frecuentemente.

Los mismos extremos pueden observarse con el resto de los sentidos: muy pasivo o muy activo (vestibular), come de todo o tiene dieta limitada (gusto, táctil), no le gusta que lo toquen o siempre está tocando a los demás o dando abrazos, frecuentemente muy fuertes (propioceptivo), todo lo huele o cae en una crisis con ciertos olores.

Los problemas de integración sensorial son evidentes desde la infancia y, de no tratarse, se agudizarán en el salón de clases y se interpretarán como problemas de conducta.

Un salón de clases típico contiene múltiples estímulos sensoriales que pueden abrumar a un niño con TPS, ocasionando una reacción que afecte su aprendizaje y el de los demás estudiantes. La dificultad para autorregular o manejar la información que recibe de uno o varios sentidos puede ocasionar impulsividad, movimiento excesivo, necesidad de tocar todo o manipular objetos con las manos, hablar constantemente y hacer ruidos. Además, presenta rabietas “inexplicables”, como cuando el grupo canta, suena el timbre o se cambia la rutina. En espacios abiertos, como el gimnasio o clase de educación física, se desorganiza y puede comenzar a correr, sin seguir las reglas del maestro, o aislarse en una esquina.

¿Qué causa este diagnóstico?
Hay algunos factores de riesgo, como nacimiento prematuro, pero como con todo desorden de desarrollo, se consideran aspectos biológicos y ambientales como causales del mismo.
¿Cómo diferenciar si son problemas sensoriales o de conducta?

Una evaluación por un terapeuta ocupacional con experiencia en integración sensorial puede determinar si la conducta inadecuada observada está asociada a problemas sensoriales e intervenir clínicamente con los mismos. Un psicólogo con conocimiento de TPS puede evaluar los rasgos de conducta inadecuada y referir al menor a un terapeuta ocupacional si entiende que presenta indicadores de problemas sensoriales.

Por ser de índole sensorial, las conductas inadecuadas no responderán a modificación de conducta, sino que requieren intervención terapéutica que ayude a estos niños a procesar adecuadamente la información sensorial del ambiente.

¿Qué pueden hacer los padres?
Los padres y maestros deben documentar tomando nota de las situaciones en que ocurre la conducta inadecuada y qué tipo de conducta surge, así como la duración y magnitud de la misma. Las anotaciones serán muy útiles a los especialistas que realizarán la evaluación ocupacional. Esta información también será valiosa para realizar un diagnóstico diferencial: definir si la misma responde a un trastorno de procesamiento sensorial o es un problema de conducta no relacionado a tal diagnóstico.

Es menester aclarar que algunos niños evidencian ambas dificultades, sensoriales y de conducta, pero el cernimiento clínico será diferente. Ambas deben recibir la atención que se requiera para ayudarlo a aprender dentro del contexto de un salón de clases.

Los problemas de conducta en los salones de clases son cada vez más frecuentes, pero es sumamente importante determinar las causales de las mismas. Si las atendemos todas como problemas de conducta típico, estaríamos castigando a unos niños que se les hace muy difícil eliminar o disminuir sus reacciones inadecuadas, ya que las mismas responden a algo que ellos no pueden controlar.

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