miércoles, agosto 6, 2025
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La evaluación del currículo por medio del modelo CIPP: Instrumento de mejora constante

Por Dra. María V. Sotelo Porto.

Muy pronto se inicia el primer semestre del año escolar 2025-2026 en las escuelas públicas y privadas de PR. El mayor deseo de la sociedad puertorriqueña es que nuestros estudiantes desarrollen y fortalezcan su pensamiento crítico, dominen destrezas, sean agentes de cambio, líderes y ciudadanos productivos, y contribuyan al bienestar de su país. Ante tales expectativas, se hace muy imperioso que cada escuela se constituya en una “Escuela que Aprende”. Esto significa que los miembros se constituyen como una comunidad de aprendizaje viva, reflexiva y colaborativa. Los miembros de una “Escuela que Aprende” se caracterizan por tomar decisiones con el propósito de enriquecer la visión de la organización, trabajar en equipo con eficiencia, y su responsabilidad en diseñar mejores procesos de aprendizaje cuyo proceso es promover una cultura de mejora constante. La visión de Peter Senge sobre “Escuela que Aprende” se sustenta en que la verdadera transformación educativa no radica únicamente en la adopción de nuevas tecnologías o metodologías, sino en la capacidad de sus actores para aprender juntos y adaptarse de manera dinámica.


Es sumamente importante que la “Escuela que Aprende” evalué constantemente el currículo programático e instruccional, debido a que esto permite comprobar que los objetivos se estén cumpliendo, de ocurrir lo contrario, se toma inmediatamente medidas correctivas. Uno de los modelos que considero que puede facilitar dicha tarea de evaluar el currículo, es el modelo CIPP de Daniel Stufflebeam. Resalto que hay diversos modelos de evaluación, cada uno tiene sus particularidades y desde mi perspectiva, ninguno es inferior al otro.


Daniel Stufflebeam en su modelo CIPP definió la evaluación como un proceso de investigación, como un proceso de coordinación, revisión y análisis de información para su posterior análisis y toma de decisiones. Para Stufflebeam evaluar es identificar, obtener y proporcionar información descriptiva acerca del valor y el mérito de las metas, la planificación, y el impacto de un objetivo determinado con el fin de servir de guía para la toma de decisiones, solucionar problemas y comprender los fenómenos implicados.
El CIPP desglosa la evaluación en cuatro componentes clave: Contexto, Entrada, Proceso y Producto. Esto permite un análisis más detallado, que abarca una amplia gama de competencias, métodos pedagógicos y resultados esperados. La evaluación del contexto analiza el entorno en el que se implementa el programa, ayudando a identificar necesidades y definir objetivos. La evaluación del insumo examina los recursos y estrategias disponibles para asegurar que sean adecuados y eficaces para alcanzar las metas propuestas. La evaluación del proceso se enfoca en cómo se está implementando el programa, monitoreando su desarrollo para detectar problemas y realizar ajustes en tiempo real, asegurando que las actividades se lleven a cabo correctamente. Finalmente, la evaluación del producto mide los resultados del programa, comparando los logros con los objetivos iniciales y evaluando tanto los impactos esperados como los no previstos.
El modelo CIPP proporciona retroalimentación continua en todas las etapas del programa, lo que permite mejorar su eficacia y relevancia. Esto facilita la identificación de áreas de mejora y la implementación de cambios específicos. Por ejemplo, el nivel de «contexto» podría implicar un análisis detallado del entorno educativo, incluidas las necesidades y expectativas de los estudiantes y docentes. El nivel de «entrada» podría examinar los recursos disponibles, como materiales didácticos o tecnologías educativas. «Proceso» se centra en cómo se lleva a cabo la enseñanza y el aprendizaje, mientras que «producto» evalúa los resultados finales, como las calificaciones o las habilidades adquiridas.
La evaluación curricular en la “Escuela que Aprende” se inserta en la cultura de rendición de cuentas (“accountability”), en el cual todos somos responsables de los procesos y de los resultados en la sala de clases, y todos rendimos cuentas por nuestras acciones y decisiones. Como educadores debemos considerar que la evaluación en una “Escuela que Aprende” no se limita a trabajar con diligencia, sino también con método. Esto nos conduce a pensar que “El que trabaja con diligencia, pero sin método, arroja con una mano lo que gana con la otra”.


Éxito educadores, recuerden el poema “En la brecha” de José de Diego y hagan eco de estas palabras: Resurge, alienta, grita, anda, combate, vibra, ondula, retruena, resplandece…

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