miércoles, octubre 29, 2025
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El arte de coser no se rinde

Por María F. Martell Ruiz


Hay oficios que resisten al paso del tiempo no solo por nostalgia, sino por necesidad. Aunque han cambiado las telas, los estilos y los ritmos de vida, aún hay quienes eligen la ropa hecha a mano. En Puerto Rico, el arte persiste en quienes cosen no solo por encargo, sino por vocación. Un trabajo que se cultiva gracias al compromiso de quienes deciden aprenderlo y mantenerlo.


Ese compromiso es el que han sostenido durante décadas la familia Ortiz, quienes desde Cabo Rojo preservan un legado que comenzó su padre en 1927. Una sastrería que tomó el nombre de Trajes Gobernador, en honor a uno de sus clientes más destacados, el exgobernador Luis Muñoz Marín. Desde entonces, han confeccionado piezas para figuras como la jueza Sonia Sotomayor y el músico Pablo Casals, sin abandonar nunca la confección artesanal, hecha completamente a mano.


“Lo primero es que esto es a la medida, aquí yo no hago nada si no es a la medida. Eso no lo consiguen en ningún sitio”, expresó Edgardo “Gallo” Ortiz, al comparar sus trabajos con otras opciones disponibles hoy día. Sin alardes, pero con orgullo, defiende una manera única de hacer ropa.


Aunque la clientela se ha mantenido fiel, la producción ha tenido que disminuir. La edad ya no les permite trabajar al mismo ritmo y por ahora, no hay una nueva generación formándose dentro del oficio. Aun así, cada prenda que confeccionan refleja la misma disciplina y cuidado de siempre. En ellos se resume parte de la historia de la sastrería en Puerto Rico, un legado que con dedicación todavía se mantiene en pie.


De igual forma, ese compromiso se refleja en Eunice Luciano Seda, una modista que forma parte de una generación más joven que ha encontrado en la costura una forma de vivir. Luciano Seda descubrió su pasión por la costura a temprana edad. Aprendió lo básico con una vecina, y más adelante perfeccionó sus destrezas estudiando alta costura en la universidad y trabajando en una fábrica.


Hoy, dirige Taller Kosturas en Hormigueros, donde ofrece clases de distintos niveles y otros servicios especializados. Además, es la encargada de confeccionar los uniformes para las bandas de la Universidad de Puerto Rico de Mayagüez y Humacao. Recientemente publicó un Manual de costura básica titulado Construye Sueños con una Aguja, como parte de su deseo de compartir lo aprendido.


Para ella, enseñar es mucho más que transmitir técnicas de costura; es su verdadera pasión. “Todo lo que tengo quiero entregarlo, no soy egoísta con el conocimiento. Me puedo adaptar a cualquier persona que venga a aprender y desee aprender”, explica. En su taller el hilo y la tela han sido herramientas de sanación. Este es un lugar lleno de propósito donde personas han sido restauradas y lo digo así porque hemos recibido personas en depresión”.


Más allá del impacto personal que ha visto en sus estudiantes, Eunice cree firmemente que este oficio no desaparecerá. Aunque la moda rápida domina gran parte del mercado, asegura que muchas de esas prendas requieren ajustes, y ahí siempre habrá espacio para quienes saben coser. Además, sostiene que lo que se ofrece en un taller de costura no pude compararse con una tienda regular, pues la confección a mano es una pieza única que por su dedicación y detalles tiene un valor incalculable.


Entre telas, tijeras y puntadas se cruzan trayectorias distintas, unidad por la convicción de que este oficio merece seguir vivo. Ya sea aprendido por herencia o por elección, el arte de cocer permanece, sostenido por manos que no solo crean, sino también enseñan y preservan.

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