Por Manolo Rodríguez.
Muchas veces en la madrugada me despierto con una pregunta que me atormenta. ¿Somos parte de la diáspora o estamos viviendo un destierro provocado o autoimpuesto? No saben las noches perdidas tratando de alguna manera encontrarle una respuesta. Pero antes de proseguir, tengo que asegurarme que ambos términos estén claros. A grandes rasgos en la diáspora viven todas aquellas personas que se identifican con un país, pero viven en otro. Por otra parte, están viviendo en destierro los que son expulsados de su país de origen. Teniendo estos términos ya claros puedo proseguir con lo que quiero expresar para así ver si encuentro la respuesta que tanto busco. Es difícil determinar que es lo que en realidad estamos viviendo. Todas las personas que vivimos fuera de Puerto Rico, me atrevo a asegurar, nos fuimos por alguna razón de peso. Ninguno de los que viven fuera de la isla lo hicieron por querer hacerlo únicamente. La mayoría soñamos en regresar en algún momento de nuestras vidas, aunque también están los que no les interesa regresar ni de visita. Este último grupo en mi opinión, son los menos. ¿Pero que nos llevó a vivir fuera de nuestro terruño? La contestación a este pregunta nos podría dar una mayor claridad sobre si estamos viviendo en la diáspora o simplemente fuimos desterrados a vivir donde estamos por otros factores. En mi opinión aquellas personas que sólo se fueron por aventurar y experimentar lo que es vivir en otro país son los que realmente están viviendo en la diáspora. Se fueron voluntariamente sin ninguna otra presión social ni económica en el momento que tomaron su decisión.
Contrario a estos, está el grupo al cual entiendo pertenezco y pertenecemos la mayoría de los que estamos fuera de Puerto Rico. Los que sentimos que vivimos en el destierro. Este grupo lo conformamos todas esas personas que tuvimos que tomar la decisión de irnos por diferentes razones. La principal de estas razones es la falta de trabajo de todo tipo y la paga por el mismo. Muchos de nosotros cuando tomamos la decisión teníamos trabajos que, aunque no nos daba para vivir si sobrevivíamos. Teníamos que complementar ese trabajo con otras cosas. También, están los que se van buscando una mejor educación para sus hijos, ya que la misma en Puerto Rico está en deterioro constante. Igualmente considero parte de este grupo los que tienen que marcharse en busca de tratamientos médicos. Este es uno de los que más rápido crece ante la escasez de servicios médicos y de especialistas en nuestra isla. Cuando uno lo ve desde afuera es que se da cuenta que, aunque la ida fue “voluntariamente” hubo muchos factores que nos arrinconaron a tomar esta decisión y que no solo marcarían nuestras vidas, sino también la vida de nuestras familias cercanas. Nos vamos y tenemos que romper esos lazos familiares que nos unían. Empezamos a ver como los nietos, nietas, hijos, hijas, sobrinos, sobrinas, etc. van creciendo sin tener nosotros la oportunidad de disfrutarnos su evolución. Nos fuimos con una idea en mente de regresar en poco tiempo y al pasar los años nos damos cuenta de que ese regreso añorado en vez de estar mas cerca con los años lo que está es más lejos de cuando llegamos. Yo no vivo en la diáspora, estoy en un destierro que muchos podrían decir que es autoimpuesto. Pero es un destierro que me lo impuso a mí como a muchos otros el gobierno ineficiente que tenemos hace décadas, la falta de seguridad, la falta de educación entre muchas otras cosas. La mayoría vivimos en un destierro autoimpuesto y no vivimos en la diáspora como creemos porque esto nos hace sentir más cerca de la isla y mantiene vivo el sueño de regresar en algún momento. Vivimos como dije en un destierro que nos dá posiblemente una mejor calidad de vida, pero sin el calor de nuestra gente y cultura.



