Por Dr. Edgar León.
La propuesta de descentralizar la administración del Departamento de Educación pretende ser la panacea para el fracaso escolar, pero los datos sugieren que el problema real yace en una burocracia que obstaculiza el aprendizaje desde hace décadas
Por más de veinte años, Puerto Rico ha sido testigo de un fracaso educativo sistemático que se refleja consistentemente en las evaluaciones de aprovechamiento académico. Los estudiantes puertorriqueños mantienen un promedio de apenas 40% de proficiencia en todas las materias evaluadas, una cifra que se ha mantenido estancada década tras década, evidenciando la ineficacia de las políticas educativas implementadas.
Un historial de fracasos documentados
Las estadísticas pintan un panorama desalentador. Las Pruebas Puertorriqueñas de Evaluación Académica (PPEA) han mostrado consistentemente que la mayoría de nuestros estudiantes no dominan las destrezas básicas en matemáticas, español, inglés y ciencias. En las evaluaciones más recientes, solo el 39% de los estudiantes demostraron proficiencia en matemáticas, mientras que en español el porcentaje apenas alcanzó el 41%.
La situación se agrava cuando analizamos los resultados de evaluaciones internacionales. Puerto Rico ha participado en versiones adaptadas de las pruebas PISA (Programme for International Student Assessment), y los resultados han sido consistentemente inferiores a los estándares internacionales. Nuestros estudiantes de 15 años se ubican en los percentiles más bajos en lectura, matemáticas y ciencias cuando se comparan con sus pares de otros países y territorios.
Las pruebas estatales federales tampoco ofrecen un panorama más alentador. Los resultados de las evaluaciones requeridas por la Ley Every Student Succeeds muestran que Puerto Rico se encuentra entre las jurisdicciones con menor rendimiento académico bajo la bandera estadounidense.
La falsa promesa de la descentralización
Ante esta crisis persistente, la administración actual propone la descentralización como la solución mágica que transformará el sistema educativo. Sin embargo, esta propuesta ignora la realidad fundamental: el problema no radica en dónde se toman las decisiones administrativas, sino en la existencia misma de una burocracia asfixiante que impide que los maestros hagan su trabajo.
La descentralización propuesta mantendría intacta la estructura burocrática existente, simplemente redistribuyéndola geográficamente. Las oficinas regionales continuarían operando con los mismos vicios administrativos, las mismas interferencias políticas y los mismos obstáculos que han impedido el progreso educativo durante décadas.
La realidad del aula: maestros amordazados
Los educadores puertorriqueños, quienes están en la primera línea de la batalla por la educación, se enfrentan diariamente a directrices contradictorias, cambios curriculares constantes y presiones administrativas que poco tienen que ver con el aprendizaje estudiantil. La politización de la educación ha convertido las escuelas en campos de experimentación para iniciativas que responden más a agendas políticas que a necesidades pedagógicas reales.
Mientras tanto, la práctica de promover estudiantes sin que hayan dominado las destrezas correspondientes a su grado continúa siendo política oficial, creando una generación de graduados que carecen de las competencias básicas para el éxito académico y profesional.
Una propuesta transformadora: eliminación, no redistribución
La verdadera solución no requiere millones en reestructuración burocrática y politica. Requiere valentía para eliminar las capas administrativas innecesarias y crear un sistema verdaderamente centrado en el aprendizaje para los niños.
La propuesta es radical pero necesaria: eliminar tanto la oficina central como las regionales,manteniendo únicamente una administración mínima que opere a través de sistemas digitales modernos. Esta transformación digital permitiría:
•Reducir drásticamente los costos operativos
•Eliminar la interferencia política en las decisiones pedagógicas
•Otorgar verdadera autonomía a los maestros para diseñar e implementar estrategias de enseñanza efectivas
•Establecer sistemas de evaluación y apoyo basados en resultados, no en política
•Canalizar los recursos directamente hacia las escuelas y los salones de clase
El engaño debe terminar
Los padres puertorriqueños merecen honestidad sobre el estado real de la educación de sus hijos.
La propuesta de descentralización es otro intento de mantener el status quo mientras se proyecta una imagen de cambio. Es una distracción costosa que perpetuará los mismos problemas bajo una nueva organización geográfica.
Los datos son claros: después de décadas de fracaso, no necesitamos más burocracia distribuida.
Necesitamos cero burocracia, punto. Los recursos que se invertirían en descentralizar deben dirigirse directamente al mejoramiento de la enseñanza, maestros capacitados y el aprendizaje.
Un llamado a la acción
Es hora de que la sociedad puertorriqueña exija transparencia y resultados reales. No podemos permitir que otra generación de estudiantes sea sacrificada en el altar de la experimentación administrativa. Los maestros necesitan libertad para enseñar, los estudiantes necesitan dominar las destrezas antes de avanzar de grado, y los padres necesitan escuelas que verdaderamente preparen a sus hijos para el futuro.
La descentralización no curará el cáncer burocrático que aqueja nuestro sistema educativo. Solo su eliminación total y el establecimiento de un sistema verdaderamente centrado en el aprendizaje podrá rescatar la educación puertorriqueña del abismo en el que se encuentra.
El momento de actuar es ahora. El futuro de nuestros estudiantes no puede esperar otra década de experimentos administrativos fallidos.