Dr. Edgar León
Puerto Rico vive un estancamiento provocado por un aparato gubernamental obeso, lleno de capas burocráticas que consumen recursos sin generar soluciones. Mientras el mundo avanza hacia modelos de gestión pública más ágiles, digitales y centrados en el ciudadano, nuestro gobierno insiste en sostener una estructura del siglo pasado: oficinas duplicadas, procesos lentos, papeleo innecesario y una cadena interminable de permisos y autorizaciones que lo único que logran es frenar el progreso.
La realidad es clara: ya no hacen falta tantas capas de burocracia para gobernar. La tecnología moderna permite automatizar trámites, integrar información en bases de datos unificadas, reducir el tiempo de respuesta al ciudadano y eliminar la duplicación de funciones. Sin embargo, seguimos operando bajo un esquema que favorece la ineficiencia, la dependencia y, peor aún, una ignorancia colectiva cultivada por un sistema que prefiere mantener a la gente desinformada para no cuestionar su legitimidad.
Mientras en países y ciudades del mundo se implementan gobiernos digitales, con trámites en línea, transparencia en tiempo real y servicios inmediatos, Puerto Rico sigue atrapado en oficinas centrales que entorpecen en lugar de facilitar. Esta desconexión con la realidad global no es casualidad: responde a un modelo diseñado para que el ciudadano dependa del “favor” político, del contacto burocrático, del acceso limitado a la información.
El costo es enorme:
- Se dilapidan millones de dólares en salarios de puestos redundantes.
- Se atrasan proyectos de infraestructura y desarrollo económico.
- Se deteriora la confianza ciudadana en sus instituciones.
- Se perpetúa una cultura de ineficiencia donde el ciudadano se siente impotente ante el gobierno.
La salida está en repensar el gobierno desde cero. No se trata de “parchar” el sistema, sino de transformarlo con una visión radicalmente distinta:
- Eliminar capas innecesarias de agencias, divisiones y oficinas que repiten las mismas funciones.
- Centralizar y digitalizar la información para que todo trámite sea simple, rápido y transparente.
- Redirigir los recursos hacia donde realmente importan: educación, salud, seguridad, infraestructura y bienestar social.
- Capacitar al ciudadano para que entienda y utilice estas herramientas digitales, rompiendo el ciclo de dependencia y desinformación.
Puerto Rico no necesita más burocracia, necesita más eficiencia. No necesita oficinas saturadas de papeles, necesita plataformas tecnológicas accesibles. No necesita guardianes de puertas que bloqueen el progreso, necesita un gobierno abierto, claro y funcional.
El tiempo de la burocracia como excusa de poder se acabó. Si no abrazamos el cambio ahora, seguiremos pagando el precio del atraso, de la corrupción y de la mediocridad. Es hora de exigir un gobierno que funcione para el pueblo y no para mantener viva la maquinaria burocrática.
El futuro de Puerto Rico no está en la repetición de lo viejo, sino en el coraje de construir algo nuevo.