En el puesto número 18 de la plaza del mercado de San Germán, la tienda de Pedro Rivera Muñoz, de 85 años, y su esposa Amanda Cabrera, de 90, se erige como un refugio de cultura y tradición donde las raíces guatemaltecas se fusionan con la vida diaria de Puerto Rico.
«Cada uno de los productos que ofrecemos posee una historia propia, ya que nuestro deseo es que el público no solo adquiera un artículo, sino que también se lleve consigo una parte de nuestra cultura», comentó Rivera Muñoz.
El establecimiento alberga una amplia gama de artículos artesanales que representan la herencia cultural de Guatemala, lugar de origen de Amanda, así como de otros países que la pareja ha visitado. Entre las estanterías se exhiben auténticos sombreros vaqueros, bordados indígenas de Guatemala, botas de piel de caimán puro, y accesorios tradicionales como chalecos vaqueros y corbatas hechas a mano.
Asimismo, se ofrecen correas y cintas para rodeos, así como plumachos indígenas utilizados en ceremonias tradicionales, cada pieza seleccionada meticulosamente para preservar vivas las tradiciones ancestrales. «Todo lo que ofrecemos es de origen guatemalteco, aunque algunos objetos provienen de otros lugares, ya que viajamos para traer lo mejor a nuestra comunidad», añadió el comerciante.
Más allá de ser un espacio comercial, la tienda se ha transformado en un punto de encuentro cultural donde Pedro y Amanda frecuentemente comparten anécdotas y vivencias. “Es gratificante ver cómo la gente nos visita para compartir sus propias historias y celebrar nuestras tradiciones. Esta tienda refleja nuestra vida en pareja y la comunidad que hemos construido», señaló Rivera Muñoz.
Como parte de su trayectoria como músico y locutor, Rivera Muñoz, ha recopilado numerosas historias y experiencias a lo largo de los años, muchas de las cuales están documentadas en sus escritos y fotografías que adornan el local.
El matrimonio, que celebra 60 años de unión desde el 4 de agosto de 1964, un día que Pedro atesora con especial cariño. «Fue el instante en que vi a Amanda por primera vez, una joven hermosa con cabello rubio y ojos verdes. Desde ese momento supe que nuestras vidas estarían unidas para siempre», rememoró.
Pedro y Amanda no solo han establecido una tienda, sino que también han creado un legado que inspira a quienes los conocen. Además, se sienten orgullosos de sus dos hijos, ambos ingenieros, y de una nieta que, desde los seis años, ha demostrado un notable talento en el canto, heredando la vena artística de la familia.
A pesar de enfrentar desafíos personales, como superar el cáncer y dos derrames cerebrales, Pedro y Amanda han mantenido su compromiso con la tienda. «Estos obstáculos solo han reforzado nuestra determinación de seguir adelante y continuar ofreciendo este espacio de encuentro y cultura», afirmó el comerciante.
Para Pedro, su tienda es un legado de tradición que inspira a todos a su alrededor. «Queremos que este espacio siga siendo un lugar donde las futuras generaciones puedan conectarse con sus raíces y celebrar la riqueza de nuestras tradiciones», concluyó Amanda.
Reviven las tradiciones guatemaltecas desde la Plaza del Mercado de San Germán
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