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Por: Melany Mercado
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha firmado recientemente órdenes ejecutivas que imponen aranceles del 25% a las importaciones de acero y aluminio, así como medidas recíprocas en respuesta a políticas fiscales de otros países. Estas decisiones han generado reacciones diversas en la comunidad internacional y podrían tener implicaciones económicas de gran alcance.
Aranceles al acero y aluminio
El pasado lunes, Trump decretó que los nuevos aranceles entrarán en vigor el 12 de marzo.
Esta acción afectará a países como Canadá, México, Brasil y China, que exportan estos metales a Estados Unidos. La administración justifica la medida como un esfuerzo para proteger la industria manufacturera nacional y abordar lo que considera prácticas comerciales injustas de otras naciones.
Además, Trump ha firmado una orden ejecutiva para imponer «aranceles recíprocos» a aquellos países que gravan productos estadounidenses, incluyendo consideraciones sobre impuestos como el Impuesto al Valor Agregado (IVA) en Europa. El presidente argumenta que estas medidas buscan equilibrar las condiciones comerciales y garantizar un trato justo para los productos estadounidenses en el extranjero.
La comunidad internacional ha respondido con preocupación. La Unión Europea ha prometido una respuesta firme si Estados Unidos impone aranceles arbitrarios a los productos europeos, destacando que tales medidas podrían aumentar los costos empresariales y perjudicar a los consumidores. Por su parte, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, advirtió que la imposición de estos aranceles tendrá un impacto grave en las economías de ambos países, con consecuencias potencialmente más severas para la economía estadounidense.
Implicaciones económicas y efecto en Puerto Rico
Expertos advierten que estas medidas podrían desencadenar una guerra comercial a gran escala, afectando las cadenas de suministro globales y aumentando los precios para los consumidores. Sectores como la industria automotriz y el mercado de materias primas podrían verse particularmente afectados.
La economista Martha Quiñones explicó que Puerto Rico no está exento de los efectos de estos aranceles. «En el caso de Puerto Rico, los productos antes de venir acá pasan por Estados Unidos. Mientras más lejos, más cuesta el proceso de traerlos» indicó.
Además, destacó que el aumento del 25% en el precio del aluminio y el acero impactará directamente a pequeños y medianos comerciantes dedicados a la construcción. «Si miran a su alrededor, se podrán percatar de que la mayoría de los productos que usamos vienen de otros países» afirmó.
Quiñones también subrayó que, aunque Estados Unidos pudiera crear fábricas para producir estos bienes, los costos seguirán siendo elevados debido a la mano de obra y la necesidad de importar suministros. «Esto traerá un efecto cíclico en donde irá aumentando continuamente el precio del producto» advirtió.
El impacto se extendería a múltiples sectores. «Aparatos eléctricos como computadoras o celulares, lápices, uniformes escolares son algunos de los productos que vienen de otros países y tendrán el 25% de impuesto. Tanto la familia como los negocios se verían afectados, porque todo les saldría un 25% más caro, por lo menos, si no es más» explicó la economista.
Ante este panorama, Quiñones sugirió que el gobierno tome medidas para minimizar el impacto en la población. «Una opción válida sería congelar los artículos de primera necesidad para que el consumidor no se vea afectado por productos que compra continuamente», propuso.
Las recientes órdenes de Trump han generado tensiones en el comercio internacional y podrían tener repercusiones significativas en diversas economías alrededor del mundo, incluyendo a Puerto Rico.