Por Dr. Edgar León
En pleno 2025, Puerto Rico continúa atrapado en un laberinto burocrático de papeles, formularios físicos y procesos manuales que lastran su desarrollo y comprometen su futuro. La perpetuación de estos sistemas arcaicos en las agencias gubernamentales no solo representa un derroche económico injustificable, sino que simboliza el estancamiento de una isla que merece avanzar.
Los procesos basados en papel son significativamente más costosos que sus alternativas digitales. Cada documento físico implica gastos en impresión, almacenamiento, transporte y mano de obra para su procesamiento. Esto quiere decir, “Hay que salir de todas las fotocopiadoras”. Hay que adquirir scanners para digitalizar todos los documentos de papel para ponerlos a la disposición del publico. Además, estos sistemas anticuados ralentizan toda gestión, creando cuellos de botella que paralizan servicios esenciales para la ciudadanía. La intervención humana constante en tareas repetitivas no solo es ineficiente, sino que desvía talento que podría emplearse en labores de mayor valor añadido.
A pesar de las limitaciones impuestas por los 7 miembros no electos conocidos como la Junta de Control Fiscal y la subordinación al Congreso estadounidense, Puerto Rico tiene la capacidad y la responsabilidad todavía de modernizarse. La transformación digital no es una opción, sino una necesidad apremiante si la isla aspira a equipararse con sociedades que ya han abrazado la innovación tecnológica como motor de desarrollo.
Los ciudadanos puertorriqueños pueden y deben educarse en inteligencia artificial y tecnologías emergentes, convirtiéndose en agentes de cambio que impulsen la digitalización de todas las agencias gubernamentales, tanto estatales como municipales. Esta formación no solo facilitaría la transición tecnológica sino que crearía oportunidades laborales en sectores de alto crecimiento.
Mientras tanto, el mundo avanza a pasos agigantados. Naciones de todos los continentes están reformulando sus modelos educativos para integrar la inteligencia artificial en todos los niveles formativos, preparando a su población para un futuro donde la tecnología y el pensamiento crítico son indispensables. Puerto Rico corre el riesgo de quedar relegado en esta carrera global hacia la excelencia digital.
La reciente amenaza de recortes millonarios en fondos federales ha dejado al descubierto la vulnerabilidad económica de la isla y la dependencia de muchos ciudadanos de las ayudas externas. Esta precariedad hace aún más urgente la adopción de sistemas que optimicen recursos y mejoren la eficiencia.
El momento de actuar es ahora. Las agencias públicas y privadas deben abandonar el papel, migrar a servidores virtuales y aprovechar las ventajas que ofrecen la computación en la nube, la automatización y la inteligencia artificial. Solo mediante esta transformación digital integral Puerto Rico podrá superar las limitaciones actuales y forjar un futuro de prosperidad y autonomía. No se puede depender del gobierno central el cual sigue apagando fuegos de incompetencia administrativa comprobada por la quiebra total de sus agencias.
La transición no será sencilla, pero es necesaria. El papel, símbolo de una era que ya quedó atrás, debe dar paso a la innovación digital que permitirá a Puerto Rico ocupar el lugar que merece en el escenario global.