Por Angelica Soto Ríos.
¿Pueden los manglares colapsar si no se llevan a cabo los esfuerzos de conservación?
En Puerto Rico se pueden encontrar los cuatro tipos de mangles nativos del Caribe que, aunque parecen solo árboles que crecen en la costa, en realidad representan un ecosistema de gran valor. Sin embargo, continúan siendo víctimas de amenazas provocadas por la actividad humana y el cambio climático. Por ello, organizaciones como Surfrider Foundation realizan esfuerzos comunitarios como parte de su misión para promover su conservación.
“El mangle rojo crea una pequeña isleta de plantas en el océano, con raíces que cuelgan hacia abajo y sirven como escondite para los pequeños peces. El mangle negro, en cambio, tiene raíces en la tierra que sobresalen hacia arriba para respirar. El mangle blanco se distingue por tener hojas más redondeadas y crecer un poco más hacia el interior, aunque suele encontrarse cerca del negro. Por su parte, las hojas del mangle botón tienden a ser más pequeñas, y esta especie crece en tierra”, explicó el gerente de programa del capítulo de Puerto Rico de Surfrider Foundation, Héctor Varela Vélez.
Los manglares desempeñan un papel crucial en los ecosistemas costeros. Como señaló Varela Vélez, retienen el sedimento y evitan que este llegue al mar, lo que protege a los arrecifes. Actúan como barreras naturales que resguardan tanto la tierra del mar como el mar de la tierra. Además, retienen el agua y reducen el riesgo de inundaciones. Su presencia también atrae una gran diversidad de vida silvestre que no puede habitar en otros entornos.

Las amenazas que enfrentan los manglares se remontan a la llegada de los españoles a la isla y persisten hasta la actualidad.
“Con la llegada de los españoles, algunas personas comenzaron a establecerse en zonas cercanas a los manglares y los talaban para cultivar. Más adelante, se intensificó el uso de la tierra mediante el monocultivo, lo que implicó la eliminación del mangle para sembrar a gran escala. También con el pastoreo repetían esas prácticas. Los manglares se percibían como terrenos poco aptos para la agricultura”, relató el gerente de programa. “Era también un refugio para muchas personas en Loíza, donde se encuentra el bosque de manglares más grande, para escapar de los españoles, ya que el acceso era complicado para caballos y armaduras. Tras la industrialización, el cultivo pasó a segundo plano y la construcción se convirtió en la principal amenaza”, continuó.
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) publicó en 2024 datos que señalan al desarrollo urbano como una de las principales amenazas para los manglares en la actualidad, lo que puede provocar la destrucción de este ecosistema. Asimismo, sus evaluaciones indican que el cambio climático pone en riesgo al 33% de los manglares evaluados debido al aumento del nivel del mar y a la mayor frecuencia de tormentas severas, y advierten que más de la mitad de los manglares corren el riesgo de colapsar para 2050 si no se realizan mayores esfuerzos.
Por estos motivos, el capítulo de Puerto Rico de Surfrider Foundation organizó el sábado, 10 de mayo una siembra comunitaria de mangles blancos y rojos en la Reserva Marina Tres Palmas de Rincón, con el objetivo de educar y concienciar a la ciudadanía sobre la importancia de su conservación.
“Este evento, que planeamos realizar dos veces al mes, surge con la misión de que la ciudadanía adquiera mayor conciencia y comprenda la importancia de estos ecosistemas y pueda ayudar a restaurarlos”, destacó Varela Vélez.
Si te interesa participar como voluntario en algunas de las actividades que la organización sin fines de lucro lleva a cabo durante todo el año para proteger los océanos, las playas y las costas, puedes seguir sus redes sociales, como Surfrider Puerto Rico, para obtener la información completa.