sábado, noviembre 1, 2025
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El ruido de los aviones del ejército estadounidense retumba en Vieques

Por Damaris Suárez y José M. Encarnación Martínez | Centro de Periodismo
Investigativo

A las 11 de la mañana, José Silva escucha la radio bajo la sombra de un árbol en el malecón de la comunidad Esperanza en la isla municipio de Vieques. Hablarle de la reactivación militar estadounidense es suficiente para que reaccione cortante. “El ruido ese [de los aviones] es como volver al monstruo de las bombas. Pero aquí no volverán a bombardear jamás, pa’ que sepas”, sentencia el pescador de pulpo.

El retorno de la presencia militar a unas 14 millas náuticas de aquí, en la Antigua Base Naval Roosevelt Roads de Ceiba, ha revivido los traumas en la Isla Nena.

El pescador José Silva dijo que participó en manifestaciones en contra de la presencia militar en Vieques.
Foto por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativo

Cuando escuchó los aviones del ejército sobrevolando el área hace unas semanas, lo primero que pensó Yamilette Meléndez, una vecina del Barrio Pueblo Nuevo que trabaja en un food truck cerca del muelle en Esperanza, fue cuando de niña se escondía debajo de la cama cada vez una aeronave militar pasaba sobre su casa.

“Los traumas regresan”, dice con timidez. “Regresan porque fueron años escuchando las bombas, los aviones a cualquier hora, durmiendo, en la escuela… Pensé en mis hijos, del nerviosismo. Es algo que no se controla, porque yo crecí con eso. Y era una niña en ese momento. Imagínate las personas mayores, que vivieron la lucha de verdad”.

Meléndez, una mujer en sus cuarentas, está lejos de pensar que la presencia militar representa oportunidades económicas para la gente de la región este, idea que ha cobrado fuerza en las últimas semanas en los pueblos costeros de la zona. Por el contrario, asegura que parte de ese discurso que promueve el regreso de la Marina de Guerra a Roosevelt Roads pasa por alto las crudas realidades que costaron y siguen costando vidas en la isla municipio.

“La gente habla de dinero porque no saben lo que es que tu casa tiemble después que se tiran bombas o que se te muera un familiar enfermo por los químicos y todo lo que respiramos. Para acá sí que no regresan”, añade.

Y es que el ruido de los aviones militares trae consigo los recuerdos de los más de 60 años coexistiendo con las maniobras de la Marina de Guerra de Estados Unidos en la Isla Nena, plantean el biólogo, pescador y activista viequense, Carlos “Prieto” Ventura, y la portavoz de la Alianza de Mujeres Viequenses, Andrea Malavé Bonilla, al Centro de Periodismo Investigativo (CPI).

Ambos coinciden en que, desde que el pasado 31 de agosto iniciaron los ejercicios militares en Puerto Rico, utilizando como ubicación principal la Antigua Base Naval Roosevelt Roads en Ceiba, se ven aviones y helicópteros sobrevolando el área de Vieques en ruta hacia la Isla Grande, un despliegue militar que no se observaba desde hace muchos años y que, en ocasiones, provoca el estruendo de las paredes y ventanas de las casas. Según Malavé Bonilla, a veces las naves sobrevuelan a baja altura, y el ruido y las vibraciones son aún más fuertes.

“Diariamente ellos están presentes en nuestras vidas. Esa es la que hay. Puede ser a las siete de la mañana como a las 10 de la mañana o a las 11 de la noche. ¡Y hasta a las tres y cuatro de la madrugada también suenan los jets y comienzan a vibrar las casas! El ruido es a un nivel que te puede despertar”, explica Malavé Bonilla.

La Administración Federal de Aviación restringió el uso del espacio aéreo al sureste de Ceiba del 1 de noviembre de 2025 hasta el 31 de marzo de 2026. Durante cinco meses, solo se permitirán en ese espacio aéreo las naves militares del Departamento de Defensa por razones de seguridad. 

“El Gobierno de Estados Unidos puede usar fuerza letal contra una aeronave si determina que supone una amenaza a la seguridad”, advierte la notificación.

La memoria de familiares fallecidos víctimas del cáncer y otras enfermedades se combina con los recuerdos del estruendo de los bombardeos y las turbinas.

Desde su balcón en el Barrio La Mina, Víctor Meléndez recuerda los últimos momentos de vida de su tía. “Muchacho, a lo último le sangraba la piel y era una cosa triste. Nosotros nunca supimos qué fue exactamente, pero nosotros crecimos con los bombardeos. Aquí al lado vivía David Sanes [el guardia de seguridad viequense que falleció luego que una bomba cayó cerca de una torre de control por accidente durante prácticas militares en abril de 1999]”.

Desde agosto, el presidente estadounidense Donald Trump ordenó al Pentágono usar las fuerzas militares para, supuestamente, combatir el narcotráfico. Mediante una orden ejecutiva declaró a los carteles como ‘terroristas’ y ha desplegado en el Caribe una ofensiva militar con 4,500 soldados. Estados Unidos ha expandido su operativo militar al Pacífico, que hasta el momento ha derribado al menos 15 navesque presuntamente transportaban droga, informó el secretario de Defensa, Pete Hegseth, a quien ahora Trump llama Secretario de Guerra. Hasta el 29 de octubre, se habían informado de al menos 61 personas muertas en estos ataques.

Luego de semanas de presencia militar en el Caribe y de los ataques a las presuntas lanchas que traficaban droga, Trump envió un memorando al Congreso declarando que EE. UU. se encuentra en “conflicto armado” contra los carteles de droga. Trump ha defendido la autoridad legal de los ataques, pero estos han sido calificados como asesinatos por el presidente de Colombia, Gustavo Petro, como ejecuciones extrajudiciales por la Human Rights Watch (HRW) por matar a personas que acusa de ser traficantes sin el debido proceso de ley, y que han sido condenados por entidades como la Oficina del Alto Comisionado de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Estados Unidos no ha mostrado evidencia de la droga que supuestamente transportaban las naves.

Víctor Meléndez, residente del barrio La Mina, recuerda los bombardeos en los años que la Marina estuvo en la isla municipio y cómo su tía falleció sin saber exactamente su condición.
Foto por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativo 

“Las personas no deberían ser asesinadas por usar, traficar o vender drogas”, declaró la portavoz de la Oficina del Alto Comisionado de la ONU, Ravina Shamsadani, cuando Trump anunció el primer ataque letal a una supuesta lancha con drogas en septiembre.

Trump no cuenta con una Declaración de Guerra aprobada por el Congreso. La tensión ha escalado con la movilización del USS Gerald R. Ford, el buque de guerra más grande del mundo y con la llegada del USS Gravely a aguas de Trinidad y Tobago, justo frente a Venezuela.

Los líderes viequenses ven esto como la repetición de la historia. Entre sus vecinos, se comenta que la movilización que ven hoy es solo el anticipo de maniobras de la Marina de Guerra que no serán temporales, sino una militarización prolongada en la isla municipio y en la Isla Grande.

“Eso [los aviones militares] hacía tiempo no se escuchaba. Aquí la percepción que se tiene es que están buscando la excusa para regresar y quedarse utilizando el argumento del terrorismo amarrado al narcotráfico”, destaca Ventura. Dice estar convencido de que, como ocurrió en el siglo pasado, el gobierno estadounidense convencerá al local de reactivar las bases militares en Puerto Rico a cambio de fondos federales, contratos y la promesa de mejorar la economía con empresas vinculadas a la industria militar.

Al recorrer la Isla Nena durante la tercera semana de octubre, no se ve movimiento militar en las calles, contrario al panorama en la base Roosevelt Roads en Ceiba, donde los militares, incluso, han realizado mejoras a la infraestructura del aeropuerto y ocupan parte de la pista para sus maniobras aéreas diarias.

Érica Boulogne, del Colectivo Somos Más Que 100 x 35, y Judith Conde, de la Alianza de Mujeres Viequenses, dijeron al medio digital Todas que la reanudación de los ejercicios militares en Puerto Rico ha reabierto las heridas en la comunidad viequense. Coincidieron en que recibieron con una mezcla de rabia y dolor el anuncio del Gobierno, aunque mucho antes habían notado la presencia de militares en la isla municipio realizando trabajos en el aeropuerto.

“Antes de que lo anunciaran, estábamos ya viendo la Guardia Nacional por acá con camiones en las carreteras, operando maquinaria… supuestamente para mejoras al aeropuerto. Y en ese momento, me di cuenta del tiempo que la Marina estuvo en Vieques. De cuánto, a veces, nosotros normalizábamos el ruido, el verlos con sus camiones en la carretera, los aviones volando bajito… Un poco lo normalizamos, porque era algo que veíamos desde que éramos chiquitos”, expresó Boulogne. 

Al caminar por las calles de Vieques, vecinos detallan al CPI que personal militar removió terreno en un área colindante a la pista del aeropuerto y realizó una limpieza vegetativa, justo en la carretera 200, a unos metros de Playa Medalla.

“Aquí limpiaron con maquinaria, pero más allá de eso, yo por lo menos no he visto nada más. Sí se sienten los vuelos y el ruido, pero no hay militares por ahí visibles, como en Ceiba”, indica el transportista local Carlos Piña Sanes, primo de David Sanes.

Boulogne, por su parte, explica al CPI que inconscientemente, como un mecanismo de defensa, los viequenses “bloquearon” el recuerdo de la presencia militar y lo que esto representaba, y eso les permitió seguir con su vida, “como si no existieran [los militares]”. Fue el silencio que siguió al cese de las prácticas lo que les hizo cuestionar cómo lo habían soportado. Ahora, luego de más de dos décadas de ese silencio, les resulta insoportable volver a escuchar ese ruido de las naves.

“Volver a escuchar los sonidos de los aviones volando, que uno no los ve, pero el alboroto es como si estuvieran aterrizando en tu techo, es coraje, indignación. Una rabia extraña. Entonces, uno se pregunta: ¿por qué tenemos que volver a esto? Es revivir cosas que un poco habíamos ya sanado. Es terrible”, lamenta.

Iván Torres, propietario de la destilería de ron viequense Crab Island, está cortando cocos secos en su negocio. El olor a melao provoca la conversación. “Aquí se produce ron viequense desde cero y con sacrificios que tú ni te imaginas”, comenta bañado en sudor e hiperventilando.

El comerciante Iván Torres participó de la desobediencia civil para provocar la salida de la Marina estadounidense de Vieques al inicio de este siglo.
Foto por Brandon Cruz González | Centro de Periodismo Investigativo

Torres cumplió cárcel por desobediencia civil durante la lucha en Vieques contra la Marina. Su hermano y su mamá también estuvieron tras las rejas. Poco tiempo después de la salida del ejército, su madre falleció víctima del cáncer. “Y entonces uno escucha que regresaron a la base en Ceiba y el ruido ese de los aviones… Se te mezcla todo en la cabeza, mano. La lucha, las peleas, las frustraciones… Es un sentido de impotencia que da coraje, porque ahora hablamos de esto, pero se nos olvida que por la obsesión con las ideologías se nos olvidó que lo más importante era nuestro sentido de comunidad”, puntualiza. 

De acuerdo con Torres, el daño de los militares en Vieques es irreparable. “Pero antes de señalar afuera, en estos momentos, tenemos que mirarnos desde aquí adentro. Y hay esfuerzos, porque los hay. A lo que me refiero es que los esfuerzos tienen que poner a Vieques primero, a la gente de aquí que está encerrada en las casas con problemas mentales, con los viejitos solos, con las comunidades que surgen, porque la necesidad lleva a la gente a invadir terrenos y a ocupar estructuras. Viven sin agua y sin luz. Cientos de familias”, explica.

Judith Conde Pacheco, cofundadora de Alianza de Mujeres Viequenses, narró cómo la militarización impacta a las mujeres de la Isla Municipio.
Foto suministrada

Por su parte, Judith Conde relató en entrevista con el medio Todas que los militares y la lógica de la ocupación, trataron y tratan los cuerpos de las mujeres como parte del territorio.

“Algunos militares que estaban trabajando en el aeropuerto hace poco se acercaron a establecimientos y a varias personas preguntando si en Vieques había mujeres prepago. Es una de las violencias más brutales… los cuerpos de las mujeres son vistos como parte del territorio ocupado”, afirmó.

Militares también en la costa sur

En Arroyo, en la costa sur de Puerto Rico, los ejercicios militares se han efectuado en la Playa El Faro, cuenta la legisladora municipal del Partido Independentista Puertorriqueño, Edra Díaz Santiago. Mientras algunos residentes de su municipio no manifiestan oposición a la presencia militar por “la retórica pública de que estos están para proteger a la Isla”, y hasta les han llevado comida a los militares, otros han expresado preocupación.

“Hasta ahora han entrado por mar y no nos avisan”, comenta Díaz Santiago tras explicar que, cuando se realizan los ejercicios, los militares cierran el camino que da acceso vehicular a la playa justo después de la zona residencial.

Contrario al beneplácito mostrado por algunos arroyanos, residentes de las comunidades San Felipe y Miramar, que son las más cercanas al lugar en el que se realizan las maniobras, han expresado preocupación por las fuertes detonaciones y la posibilidad de que ocurra algún accidente.

“Allí vive mucha gente mayor que temen por su seguridad por las detonaciones durante las maniobras. Me dicen: ¿y si pasa lo que ocurrió en Vieques?”, relata Miriam Gallardo González, vecina de Arroyo. Gallardo González se refería a la muerte en 1999 de Sanes. 

La muerte de Sanes reactivó la lucha histórica de los viequenses por la salida de la Marina de Guerra de su isla que utilizó sus playas y aguas circundantes como teatro de guerra. Esa lucha civil por sacar a la Marina logró aglutinar un apoyo prácticamente unánime de casi todos los sectores políticos, cívicos y religiosos de Puerto Rico. La Marina de Guerra de EE. UU. finalmente salió de Vieques el 1ro de mayo de 2003, pero dejó un legado de contaminación que todavía hoy permanece. En 1975, ese mismo cuerpo castrense había salido de la vecina isla de Culebra tras casi cuatro décadas de utilizarla también como campo de tiro. 

“Dos personas se me acercaron y me dicen que los bombardeos y las detonaciones se escuchan bien fuertes. Otra persona me dijo que vio un fuego en una detonación en el mar”, menciona Díaz Santiago.

Ejercicios militares con bala viva se han llevado a cabo en el Campamento Santiago, en Salinas.
Foto suministrada

“Me di cuenta de las maniobras cuando el primer día sentí los helicópteros pasar sobre mi casa. En un momento eran cinco y sobrevolaban tan bajito que pude ver a las personas en su interior. ¡Quedé bien impresionada!”, relata por su parte Vonmaris Rivera, residente de la urbanización Miramar. La cuenta oficial en la red social X de la 22nd Marine Expeditionary Unit muestra, además, maniobras militares en el Campamento Santiago en Salinas, que incluyen ejercicios con bala viva en el campo de tiro y en las aguas al sur de Puerto Rico.

Buques militares también se han visto en el puerto de Ponce, en el suroeste de Puerto Rico, y en la Estación de la Guardia Costanera en San Juan, además de drones Reaper del ejército en la pista del Aeropuerto Rafael Hernández, en Aguadilla, al noroeste del país.

Puerto Rico funciona como un portaaviones

Según dos fuentes de liderato vinculadas al Partido Republicano que conocen sobre estas conversaciones y pidieron hablar bajo anonimato, durante la primera presidencia de Trump en 2017, y en la pasada administración con el demócrata Joe Biden, en los círculos militares se discutía ampliar la presencia militar en la Isla, no solo en Roosevelt Roads sino en otras bases en Puerto Rico, pero no se había delineado un plan sobre qué se iba a hacer. En un momento se llegó a discutir en Washington DC la posibilidad de reabrir el hospital de Roosevelt Roads, pero la idea no avanzó.

“Esto se veía venir y el asunto con Venezuela lo aceleró. Puerto Rico es el portaaviones de esa operación y recuperó el valor que tenía antes para la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría”, explica una de las fuentes.

Añade que la estrategia de la administración Trump es proyectar poder —en este caso en el Caribe— para marcar territorio ante los avances de otras potencias como China en un espacio que EE. UU. había abandonado. Otra de las fuentes sostiene que el uso de la base en Ceiba asegura a las fuerzas armadas tener el control de la única ruta por mar hacia EE. UU. con el calado suficiente para barcos de guerra, en caso de un conflicto militar.

“Va a haber una operación militar en Venezuela. ¿Cuándo? Nadie sabe porque eso está a otro nivel, pero todo el mundo apuesta a que algo va a ocurrir. Una vez comience la parte más fuerte de la operación, podría forzar el cierre de los portones de la base, lo que conllevará una coordinación con el gobierno local para dar continuidad al uso civil del aeropuerto y el servicio de lanchas a las islas municipio”, dice la otra fuente.

El actual volumen de barcos y presencia militar estadounidense en la región no se había visto desde 1983, como parte de la invasión a la isla caribeña de Granada, según el profesor en ciencias políticas, Jorge Schmidt Nieto.

Menciona que este despliegue militar, que podría terminar en una intervención directa contra Venezuela, no se debe subestimar. Schmidt Nieto dice que al Estados Unidos movilizar a la Base Roosevelt Roads de Ceiba los aviones de combate F-35, las fuerzas armadas están, de facto, utilizando a Puerto Rico como una especie de portaaviones estratégicamente ubicado dentro del alcance de vuelo a Venezuela.

Los cazas F-35 son los aviones de combate más avanzados de la Fuerza Aérea estadounidense y sus aliados. Utilizan inteligencia artificial, se pueden reabastecer de combustible sin necesidad de aterrizar, son capaces de evadir radares y cuentan con sensores avanzados.

“Con los F-35 aquí, Puerto Rico se utiliza como una especie de portaaviones. Quedamos a 550 millas de distancia de Caracas. Esos aviones tienen más del doble de la capacidad de vuelo y además se pueden reabastecer en vuelo”, comenta Schmidt Nieto tras puntualizar que esa tecnología militar pone en desventaja a Venezuela que utiliza aviones F-16 muy antiguos si se compara con los F-35.

El 3 de octubre el Comando Sur de los Estados Unidos publicó por primera vez en su cuenta de X la imagen de los F-35 en Puerto Rico armados con bombas. Unas horas después, el secretario de Defensa de EE. UU., Pete Hegseth, anunció la destrucción de otro bote en el Caribe, operación que pareció usar la tecnología de ataque de los F-35. El día antes de ese ataque, el ministro de Defensa de Venezuela, Vladimir Padrino López, había denunciado el acoso militar de EE. UU. tras haber detectado la presencia de estos aviones de combate cerca de las costas del país.

“Todo indica que esta armada que han traído al Caribe no es para invadir, sino una fuerza que es capaz de efectuar algún ataque quirúrgico, ellos le llaman así, a alguna base aérea venezolana o incluso al Palacio de Gobierno”, añade Schmidt Nieto.

Más que la lucha contra los cárteles de droga, la verdadera motivación de la presencia militar estadounidense en el Caribe es desestabilizar el Gobierno de Nicolás Maduro, reivindicar a Trump entre votantes hispanos de cara a las elecciones de medio término, y evitar que crezca la influencia de China en la zona rica en petróleo, opina el politólogo.

Los militares nunca se fueron

Para el ex presidente del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico y analista de temas políticos internacionales, Alejandro Torres Rivera, la salida de la Marina de Guerra de Estados Unidos de Vieques en 2003 no representó la desaparición de la milicia estadounidense en Puerto Rico.

“El mito de que Estados Unidos militarmente ya no está presente en Puerto Rico es falso. Nunca se han ido, sencillamente han reducido por un tiempo su presencia o la intensidad de dicha presencia en su colonia”, arguye. Dice que era lógico que ahora, con el operativo militar en aguas del Caribe, Estados Unidos optara por reutilizar las facilidades que ha mantenido en Puerto Rico en lo que podría convertirse en una jornada de años o permanente.

Puerto Rico nunca ha dejado de ser un baluarte militar por su posición geográfica ya que representa la entrada de acceso al Canal de Panamá desde el Océano Atlántico occidental o lo que conocemos como el Mar Caribe, indica.

Según Torres Rivera, la ubicación de Puerto Rico es el punto más cercano a las rutas marítimas que desde Suramérica viajan hacia los Estados Unidos y es el punto estratégico más cercano de acceso desde el Océano Atlántico a la zona del Canal de Panamá.

Alejandro Torres Rivera, ex presidente del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, explicó que la milicia estadounidense nunca se ha ido de Puerto Rico.
Foto suministrada

“Si tomas un mapa y lo inviertes para mirarnos desde el norte hacia el sur se evidencia una coordinación entre Guantánamo en Cuba y la punta este de Puerto para cerrar el Caribe que permite el control, la protección y la defensa de la ruta marítima directa pasando por el canal de Panamá”, añade.

Torres Rivera coincide con el profesor Schmidt Nieto en que las maniobras militares conjuntas de la Guardia Nacional y la Infantería de Marina de Estados Unidos en Puerto Rico; la reactivación del uso de las instalaciones en Ceiba, Aguadilla y Carolina y el traslado a Puerto Rico de diez aviones de combate F-35 forman parte de las operaciones contra Venezuela.

Entiende que el desplazamiento naval estadounidense podría ser para dar apoyo en caso de un levantamiento interno en Venezuela e incluso formar una cabeza de playa tomando control de un territorio en particular para establecer allí el gobierno provisional.

“Esta reactivación en el uso del territorio nacional puertorriqueño con propósitos militares anticipa también la posible utilización de tropas puertorriqueñas de la Reserva del Ejército y de la Guardia Nacional en un potencial conflicto, asumiendo el rol de fuerzas auxiliares de combate y ocupación”, sostiene.

Torres Rivera dice que la Reserva del Ejército en Puerto Rico tiene aproximadamente 4,500 efectivos, y la Guardia Nacional (incluyendo los efectivos del Ejército y la Fuerza Aérea), cuenta con otros 10,000 soldados.

Además del Gobierno de Puerto Rico, el Gobierno de la República Cooperativa de Guyana ha permitido que buques estadounidenses entren por mar a su territoriocomo parte de los operativos en la región. Guyana tiene serias diferencias con Venezuela por la soberanía del Esequibo, un territorio fronterizo de 160,000 kilómetros rico en petróleo, gas y minerales.

El presidente de Guayana, Irfaan Ali  se reunió con el secretario del Departamento de Estado de Estados Unidos, Marco Rubio, durante la más reciente Asamblea de la Organización de las Naciones Unidas. Ali expresó su apoyo al despliegue militar estadounidense en el Caribe, al igual que el Gobierno de Trinidad y Tobago.

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