Por Nélida González
Especial para Visión
Aquellos que no tengan compasión hacia los animales, jamás podrán ser buenos seres humanos. Así lo han dicho los grandes maestros de la humanidad.
Por las calles del centro del pueblo de Mayagüez abunda una población felina. Abandonados a su suerte por personas inescrupulosas o proliferados por su propia naturaleza, estos animalitos con frecuencia son víctimas del maltrato y el desprecio humano.
En menos de una semana, recientemente, tres criaturas aparecieron muertas cerca de mi residencia, sin golpes de automóviles, dormidos para siempre quien sabe porqué designio o intención de quienes los desprecian.
Pateada, sin duda alguna, una pequeña criatura, otras, en el aparente sueño del letargo, que puede provocar un envenenamiento. Los vehículos que a velocidad transitan por el área urbana, también han causado estas muertes nefastas.
En el último mes, la población felina ha disminuido según lo manifestado por los que voluntariamente alimentan y protegen a estos animalitos. Hay preocupación. Aparecen muertos en las calles.
Estos voluntarios se dedican a diario a proveer alimentación y agua fresca a los gatos que solo buscan un pequeño refugio para protegerse de las inclemencias climáticas y alimentarse, para seguir viviendo, como así lo requiere la naturaleza. De esta manera evitan dejar sufrir en las calles a los indefensos animalitos.
Los recolectores de la basura, que limpian calles y aceras, respetan los recipientes de la comida y el agua. Inclusive han tenido que recoger animalitos muertos en su trayectoria.
En Japón, una nueva estrategia con gatos se ha establecido en algunas empresas para ayudar a los trabajadores a disminuir sus niveles de estrés. Contratan gatos, una estrategia poco convencional, que ha logrado mejorar el ambiente del trabajo. Las empresas apuestan por el bienestar, con gatos en las oficinas.
Por otro lado, en Estambul y todo el país turco, los gatos forman parte del entorno turístico. Son protegidos por el estado y por sus residentes, incapaces de concebir el maltrato animal. Allí estos no huyen de las personas. Buscan compartir y dar el afecto que sólo ellos son capaces de dar al ser humano.
En esta época eleccionaria sería bueno que aquellos que aspiran a cargos importantes, como a la alcaldía municipal, tuvieran en cuenta el bienestar animal, tomando iniciativas de protección y esterilización de los callejeritos, una vez lleguen al poder. Hay muchos voluntarios.
En el área oeste existen refugios y santuarios, como Villa Michelle y el Santuario San Francisco de Asís, que necesitan ayuda y podrían ser beneficiados. Proyectos de expansión de sus instalaciones, así como asistencia veterinaria, podrían formar parte de este proyecto humanitario.
Como amante y protectora de animales, exhorto a los políticos a tomar en cuenta esta iniciativa.
Sería un ejemplo de civismo y amor incondicional hacia los menos afortunados.