Foto P. Hector Rivera Ramos (QEPD)
Por: Edgardo Rodríguez Nieves, PhD
Han transcurrido dos meses desde la partida a la casa del Padre de quien llegó ser Rector y Monseñor de la Catedral de Mayagüez, P. Héctor Rivera Ramos; cuya partida fue un 24 de enero del presente año. Fue sacerdote por amor y vocación a la Sagrada Palabra del Señor. Las exequias se realizaron en la Parroquia San Antonio Abad en el pueblo de Añasco; celebrada por el Obispo de Mayagüez Monseñor Ángel Luis Ríos Matos, asistiendo Sacerdotes y Diáconos honrando la vida de P. Héctor.
A decir de San J.M. Escrivá de Balaguer, 16-II-1964: Hay que saber deshacerse, saber destruirse, saber olvidarse de uno mismo; hay que saber arder delante de Dios, por amor a los hombres y por amor a Dios, como esas candelas que se consumen delante del altar, que se gastan alumbrando hasta vaciarse del todo. Estas palabras ejemplifican la entrega como Apóstol de Dios de P. Héctor.
Nació un 13 de abril de 1958 en Añasco. Hijo de humildes padres, Don Eugenio Rivera y Doña Mariana Ramos. Entra al Seminario Regina Cleri, siendo su clase los primeros en terminar todos sus estudios en un Seminario en Puerto Rico. Recibió su Diaconado en 1981 por el entonces Obispo de Ponce, Monseñor Fremiot Torres Oliver. Fue ordenado sacerdote a los 24 años de edad, un 29 de noviembre de 1982, en Añasco, por el entonces Obispo de Mayagüez, Monseñor Ulises Casiano.
Su amor en Jesucristo fue inquebrantable, adorador Eucarístico por convicción, y un amor profundo en la Virgen María; bautizó al grupo de la Catedral Adoradores al Santísimo María Reina de la Paz, con quien se unía en adoración; sobre todo, sus celebraciones Eucarísticas, en la cual ardía lleno de amor, era de una entrega a Dios, se olvidaba de sí mismo por su feligresía que acudían a el en busca del Sacramento de la Confesión y de consejos; a decir de una feligrés: Que santo servidor de Dios! Siempre va a ser mi querido y santo Monseñor Héctor Rivera Ramos, el que nos dio los mejores consejos y dirección viviendo en Mayagüez. Dios sabe tú calidad. (Nedy Vaillant).
P. Héctor era fiel creyente que la muerte no es definitiva, es el paso a la vida eterna. Preparas ante mí una mesa, enfrente de mis enemigos; me unges la cabeza con perfume y mi copa rebosa…y habitaré en la Casa del Señor por años sin término (Sl 23.5).
¡Gracias Padre Héctor!