miércoles, noviembre 26, 2025
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La nueva ruta del crimen turístico: una advertencia silenciosa para el desarrollo regional

Luis Y. Ríos-Silva, PhD

Durante el primer semestre de 2025, Puerto Rico ha sido escenario de una serie de crímenes graves dirigidos a turistas extranjeros, que rompen con la tendencia de años recientes. Entre 2022 y 2024, no se reportaron a nivel mediático incidentes graves de criminalidad contra turistas en todo el país. Sin embargo, en los primeros seis meses de 2025, cuatro visitantes estadounidenses fueron víctimas de delitos violentos: robos, carjackings y, en un caso, asesinato.


Lo que más preocupa no es solo el repunte, sino la geografía de los hechos. Las víctimas no
fueron asaltadas en zonas tradicionalmente conflictivas, sino en pueblos con vocación turística y fama de tranquilidad: Loíza, Rincón y Manatí. En Loíza, tres turistas fueron asaltados dentro de una residencia alquilada. En Rincón, el robo ocurrió en el estacionamiento de un supermercado. En Manatí, un turista fue asesinado en su hospedaje. Todos los crímenes ocurrieron lejos del bullicio urbano, en espacios donde no se espera violencia.


A pesar de que las estadísticas reflejan que los delitos en esos municipios han disminuido entre un 16.7% y 20.3% al comparar los periodos de enero a junio de 2024 y 2025, según datos oficiales del sistema Power BI del Gobierno de Puerto Rico, el impacto real no se mide solo en cifras: se mide en la percepción internacional y en la reputación de la isla como destino.


El golpe fue tan contundente que Discover Puerto Rico activó sus protocolos de crisis, reconociendo que estos hechos ponían en riesgo la imagen del país ante operadores turísticos, medios especializados y agencias de viaje. En un mundo cada vez más competitivo, la seguridad del visitante no es solo un valor agregado, es un requisito mínimo.
Puerto Rico, como territorio estadounidense, había ganado terreno como destino seguro en medio de un contexto internacional marcado por conflictos, como el de Medio Oriente. Muchos viajeros optan por destinos dentro de la jurisdicción federal para evitar riesgos mayores. Pero si aquí también se sienten inseguros, perderemos esa ventaja estratégica.


Para las regiones fuera del área metropolitana, este tema debe tomarse en serio. El turismo es uno de los pilares del desarrollo económico del oeste y del resto de la isla. Y si bien el crecimiento en reservas y actividad económica es positivo, de nada sirve si no se acompaña de planificación en seguridad. No se puede atraer al visitante sin garantizarle tranquilidad.


Municipios como Cabo Rojo, Lajas, Aguadilla, San Germán o Añasco, con fuerte atractivo turístico, deben anticiparse. Implementar sistemas de vigilancia inteligentes, capacitar a anfitriones de alquileres cortos, colaborar con la Policía Estatal y reforzar sus planes de seguridad local ya no es una opción, es una obligación.


La criminalidad ha cambiado de ruta. Ha dejado atrás sus enclaves habituales y se ha desplazado hacia donde hay oportunidad y confianza. Si no lo entendemos a tiempo, el turismo que tanto hemos cultivado como fuente de vida económica se convertirá en otra víctima más del abandono institucional.


El oeste tiene todo para liderar: recursos naturales, capital humano, creatividad empresarial. Solo le falta blindarse ante el riesgo. Y esa tarea, hoy más que nunca, no se puede postergar.

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