Por Wilson Rivera González
La inteligencia artificial (IA) llegó para quedarse. Está cambiando la manera en que trabajamos, aprendemos y tomamos decisiones. Su impacto avanza a una velocidad que, hasta hace poco, parecía ciencia ficción. Y el campo agrícola no es la excepción: la IA ya está ayudando a producir alimentos de manera más eficiente, predecir el comportamiento de los cultivos y desarrollar nuevas variedades más resistentes al cambio climático.
En la biotecnología agrícola, la IA se ha convertido en una herramienta poderosa. Empresas con presencia en Puerto Rico como Bayer, Corteva y Syngenta la utilizan para predecir rendimiento, resistencia genética o tolerancia a sequía, logrando ahorros de tiempo y decisiones más precisas. En la Universidad de Illinois, investigadores aplican modelos de aprendizaje automático a imágenes de maíz para anticipar la madurez del cultivo y ajustar el manejo antes de que aparezca el problema.
La conversación ya no es “¿funciona la IA?”, sino “¿cómo la usamos bien?” Las herramientas más prometedoras integran biotecnología e inteligencia artificial para diseñar variedades más resilientes y crear “gemelos digitales”: simulaciones que permiten ensayar escenarios —de suelo, clima o manejo— sin tener que esperar toda una temporada agrícola.
Pero el valor de la IA no está en la tecnología, sino en su aplicación. Lo esencial es definir bien el problema y contar con datos de calidad. Si la información de suelo, clima o manejo no es confiable, los resultados tampoco lo serán. Y, sobre todo, comprobar los resultados en el campo: la IA complementa el conocimiento del agrónomo, no lo reemplaza.
En Puerto Rico, las empresas que forman parte de PRABIA están liderando este cambio. Su trabajo combina ciencia, innovación y colaboración con universidades locales, posicionando a la isla como un laboratorio natural para aplicar IA al desarrollo de semillas, el manejo agrícola y la sostenibilidad. Desde la investigación hasta la operación en el campo, estas compañías demuestran que la tecnología y la biotecnología pueden avanzar de la mano, con resultados tangibles para la economía y las comunidades.
La inteligencia artificial no sustituye la agronomía ni la biotecnología: las potencia. Bien utilizada, nos permite equivocarnos menos, aprender más rápido y producir de forma más eficiente y sostenible. Las empresas de PRABIA ya lo están demostrando — y su liderazgo será clave para que el futuro del agro en Puerto Rico sea más tecnológico, sí, pero sobre todo, más inteligente.



