jueves, agosto 21, 2025
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Crisis energética y calor extremo afectan el salón de clase

Por Tatiana Díaz Ramos | Centro de Periodismo Investigativo

Es julio y la temperatura marca 84 grados Fahrenheit con un 68% de humedad al llegar al campamento de verano en la Escuela Ecológica de la isla municipio de Culebra, al este de Puerto Rico. Menos de dos horas después, cuando los estudiantes forman una fila para entrar al comedor, la temperatura ha aumentado tres grados mientras la humedad descendió levemente. Terminado el almuerzo, los más pequeños van al patio frente a los salones de Kinder y de Educación Especial, donde está el área de juegos. Zedrik, quien viste una camiseta de algodón de manga larga, se sienta junto a una palma areca que no ha crecido lo suficiente como para cubrirlo con su sombra. Observa a sus compañeros jugar. 

En agosto “voy para tercero”, dice. Al preguntarle si le gustaría llevar gorra para cubrirse del sol, dice que, “si yo traigo una gorra, después se me va a quedar”. A la conversación se une Zaidliany, quien lleva sonriente una gota de sudor que baja desde su frente hasta la nariz. “Las gafas se me quedaron en casa, por allá por la isla [grande]”, comenta la niña que comienza el primer grado en agosto cuando le pregunto cómo se cuida del sol.

Zedrik busca la sombra de una palma areca en la Escuela Ecológica de Culebra.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

Aunque no se ha activado el protocolo de calor para estudiantes, al menos dos maestros han sufrido agotamiento por calor extremo en la Escuela Ecológica desde 2023. Si las temperaturas de la tarde le incomodan, Kenneth, estudiante de noveno, se refugia en la biblioteca mientras que Nayla, de octavo, acude a la oficina de la directora, lugares que cuentan con aire acondicionado aunque no enfrían a capacidad. A los alumnos, que participaban en los programas de verano, les toca “bregar con los abanicos del salón” durante las clases vespertinas.  

La escuela está designada como refugio para emergencias, por lo que cuenta con generadores y con un sistema de placas solares que fue donado por la Cruz Roja, contó al Centro de Periodismo Investigativo (CPI) el empleado de la Autoridad de Edificios Públicos (AEP) Rubén Vargas. No obstante, las fluctuaciones de voltaje han dañado equipos del comedor, los abanicos de techo en los salones no operan a capacidad y solo cuentan con cuatro fuentes de agua para todo el plantel compuesto de 136 estudiantes y 22 maestros, confirmaron al CPI la enfermera escolar, Marlene Monell Rodríguez, y la empleada del comedor María Villanueva. 

La escuela es refugio para emergencias, y aunque no todos tienen generador eléctrico, el plantel cuenta con uno. Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

Aunque cada salón tiene sus abanicos de techo y de pedestal, el calor puede tornarse insoportable, especialmente en el edificio anexo para el nivel secundario que no tiene buena ventilación. Algunos maestros se turnan la biblioteca o el salón comunitario, que suele usarse para reuniones de facultad, para impartir clases allí porque hay aire acondicionado. 

Hace tres años la comunidad escolar espera por que la AEP haga un estudio de la capacidad eléctrica del plantel, de modo que se puedan instalar más aires acondicionados. “Mi agencia es un poquito lenta. Uno informa, pero les toca a ellos terminar ciertas áreas. Soy handyman y puedo chequear un aire, pero no puedo ponerme a arreglarlo. Tienen que venir el electricista y el de refrigeración”, explicó Vargas.

Rubén Vargas, empleado de la Autoridad de Edificios Públicos.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

En la región educativa de Humacao —a la que pertenece la Escuela Ecológica de Culebra—, el Programa de Enfermería Escolar reportó 135 casos en 2023 que requirieron activar el protocolo de calor para estudiantes afectados por las temperaturas extremas. El siguiente año escolar, Humacao repitió como la región con el mayor número de casos (124) que requirieron activar el protocolo.https://e.infogram.com/955296fb-db1e-45f0-901d-f9c1d00cfbab?parent_url=https%3A%2F%2Fperiodismoinvestigativo.com%2F2025%2F08%2Fcrisis-energetica-calor-extremo-escuelas%2F&src=embed#async_embed

La experiencia de Culebra es consistente con los datos recogidos por la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA en inglés), que muestran que en 2024 los índices de calor superaron los 93 grados Fahrenheit en estaciones como la de Roosevelt Roads, en Ceiba, municipio que pertenece a la región educativa de Humacao. La estación de Ponce, al suroeste, registró el mayor índice con 104 grados. La de Carolina, en el norte, igualó el índice de 98 que se registró en Ceiba. El índice de calor es una forma de medir qué tan caliente se siente la temperatura cuando se toma en cuenta el factor de la humedad.

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A Flourish chart

Además, un reciente estudio presentado por cinco académicos de la Universidad de Puerto Rico (UPR) que examina cómo han cambiado las temperaturas en 12 estaciones alrededor de la Isla en medio siglo y su relación con el cambio climático, identifica la tendencia de la intensificación del calor en las regiones del noroeste y sureste del país. 

Desde que en 2023 el Programa de Enfermería Escolar del Departamento de Educación (DE) comenzó a recolectar información sobre estos incidentes, ninguna otra región educativa ha tenido más de 100 casos de estudiantes para quienes se activó el protocolo. De las 124 escuelas que forman parte de la región de Humacao, solo 19 cuentan con un generador eléctrico en caso de emergencia, mientras que 25 planteles cuentan con sistemas de placas solares, según datos proporcionados por la agencia en mayo.

A nivel mundial, la educación de aproximadamente 171 millones de estudiantes fue interrumpida en 2024 por las olas de calor, según un análisis del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Los niños —especialmente los más pequeños— así como los atletas, se encuentran entre los grupos más vulnerables al calor extremo. Esto se debe a que los menores de edad sudan menos “y tienen un metabolismo más rápido, lo que significa que se calientan más rápido”. Si pasan más tiempo al aire libre están en mayor riesgo de exposición al calor y “al jugar o hacer ejercicio, los niños tienen menos probabilidades de rehidratarse, lo cual puede ser peligroso”. 

Cómo atienden las enfermeras a sus comunidades escolares ante el aumento en temperatura 

Hasta antes del huracán María no había enfermeros en cada escuela. “La estructura de la escuela no estaba conformada para tener un área de enfermería”, explicó al CPI la directora del Programa de Enfermería Escolar, Evelyn Rivera García. Aseguró que hoy día “hay enfermeras nombradas en todas las escuelas”, que son 888 profesionales nombrados según la página web del DE.

Marlene Monell, enfermera escolar de Culebra.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

Aunque el Programa no cuenta con un presupuesto fijo, Rivera indicó que, “en la medida en que hemos solicitado, siempre se nos ha dado el presupuesto para cubrir las necesidades [de materiales o personal]”. 

En los siete años que lleva trabajando en el plantel de Culebra como enfermera, Monell Rodríguez no ha tenido que activar el protocolo de calor para estudiantes. “Me la paso todo el tiempo [diciéndole al estudiantado] ‘tomen agua’”, aseguró quien atendió al maestro de matemáticas José Quintana cuando sufrió un episodio de agotamiento por el intenso calor en la Escuela Ecológica en 2023. 

José Quintana, profesor de matemáticas en la Escuela Ecológica.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

El también triatleta cuenta que “nunca había sentido algo como esto. Comenzó con un dolor de cabeza. El dolor de cabeza se fue transformando en unos escalofríos, y ahí fue que me asusté”. Cuando se activa un protocolo por calor, explicó Monell Rodríguez, “lo primero es tratar los síntomas. Ponemos compresas frías o botella de agua fría en la nuca para bajar la temperatura, y buscar un lugar fresco para la persona”. 

Monell Rodríguez le tomó la presión arterial a Quintana, que “la tenía por los quintos cielos”, le brindó hidratación y analgésicos. “Aprendí. Ahora tengo una neverita en mi salón, como esas de hotel, con agüita y mis cositas. Tuve la grandísima suerte que un compañero iba a comprar otra nevera más grande y me la regaló”, detalló el maestro residente en Rincón, municipio del oeste de Puerto Rico.

Según el Sistema de Vigilancia Sindrómica del Departamento de Salud, entre 2023 y mayo de 2025 hubo 795 visitas a las salas de emergencia por enfermedades relacionadas a la exposición al calor. Los municipios que componen la región educativa de Humacao pertenecen a las áreas de salud Metro, Fajardo y Caguas, donde se atendieron cuatro de cada 10 visitas durante el periodo mencionado. Al observar esas visitas por grupos de edad, alrededor del 20% fueron pacientes menores de 19 años. Aunque existe este sistema de vigilancia, la agencia no cuenta con un plan para atender las olas de calor.  

Investigaciones académicas confirman que la exposición al calor extremo está relacionada a la disminución de la función cognitiva en la niñez, particularmente entre poblaciones en desventaja socioeconómica. Estos estudios también han demostrado que sin aire acondicionado, por cada grado que aumenta la temperatura, el aprendizaje se reduce en un por ciento por año escolar. 

“Estás hablando también de exposición a otros contaminantes, porque cuando la temperatura aumenta, la calidad del aire disminuye proporcionalmente”, plantea la pediatra Gredia Huerta.

La cancha bajo techo de la Escuela Ecológica de Culebra cuenta con abanicos. 
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

Improvisar o adaptar la rutina ante el mínimo avance de la reconstrucción de escuelas

La educación es uno de los servicios más interrumpidos por eventos relacionados al cambio climático, pero en la mayoría de los países las escuelas no cuentan con suficientes recursos para proteger efectivamente a estudiantes y maestros del impacto relacionado a los fenómenos naturales, advierte UNICEF. Tampoco se hacen inversiones significativas para adaptar los entornos educativos a esta realidad. El CPI colabora con Prensa Asociada, CalMatters en California, Civil Beat en Honolulu y la radio pública Blue Ridge en Carolina del Norte para examinar cómo las comunidades escolares se están recuperando de los desastres naturales.

En la Escuela Luis Muñoz Marín de Yabucoa, al sureste de Puerto Rico, la comunidad escolar se las ingenió con rifas o cobrando una cuota para el “casual day” con tal de adquirir al menos un abanico de pedestal para cada salón. En el interín, los padres enviaron a sus hijos con abanicos portátiles para sobrellevar el calor. Los maestros cambiaron la rutina. Comenzaron a dar la clase “afuera o en la biblioteca, donde hay aire acondicionado”, contó Josian Casanova Rodríguez, quien es maestro de Historia en esa escuela secundaria. El DE solo proveyó seis abanicos para todo el plantel, que sirve a 150 estudiantes y tiene 16 maestros.

La agencia de Gobierno reconoció la vulnerabilidad de Puerto Rico ante el cambio climático en una carta circular de 2023. En otra más reciente, aseguró estar “plenamente consciente de la crisis energética que enfrenta la Isla”. Desde la llegada en 2021 de la privatizadora de la distribución de electricidad, LUMA, los clientes han estado un promedio de 13 horas al año sin luz y han experimentado un promedio de cuatro interrupciones anuales. Actualmente el sistema eléctrico se encuentra en un periodo de emergencia, separado al que creó el huracán María, ya que enfrenta una disminución crítica en la generación frente a un aumento en la demanda durante las tardes de verano.  

“El año pasado tuvimos estudiantes con azúcar alterada, mareos, personal que ha tenido que irse porque no aguantan el calor. Este agosto se vislumbra mucho más caliente y no sabemos de qué manera el Departamento va a bregar con esto o cómo vamos a responder”, dijo Casanova.  

Educación desarrolló un protocolo sobre el calor extremo como parte del Plan Operacional de Emergencias de cada escuela, pero no se ven avances en la reconstrucción de la infraestructura escolar del País, afectada por huracanes y terremotos hace ocho años. Los planteles tampoco están preparados ni diseñados para afrontar días más calurosos y cada vez más frecuentes en medio de la crisis energética, según entrevistas a personal escolar, expertos y análisis de datos climatológicos e información provista por el DE. 

“Este año adquirieron aires acondicionados y los instalaron, pero no tenemos suficiente carga para conectarlos. Llevamos dos años para que [la Autoridad de] Edificios Públicos arregle la subestación [de electricidad de la escuela] y aumente la capacidad eléctrica”, denunció el maestro de la escuela yabucoeña.

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A Flourish heatmap

El calor extremo puede actuar como un estresor psicológico, alterar el estado de ánimo, activar la ansiedad y reducir la capacidad de memoria, explicó la psicóloga clínica escolar y catedrática de la UPR Recinto de Río Piedras (UPR-RP) Nellie Zambrana.  

“Tanto el humor del maestro, como del estudiante, se ve afectado drásticamente. Las clases de por la tarde tengo que tener unos códigos de disciplina bastante diferentes de los que tengo por la mañana para poder atraer la atención de los estudiantes porque si no se va la clase con ‘qué calor, mister. Qué calor’. Y es verdad, los ves con los brazos sudados, las libretas se sudan”, detalló Quintana, el profesor de matemáticas. “A veces he pecado, regaño y se me olvida por qué el estudiante se está comportando así. Hay que bajarle dos a las clases de por la tarde”, añadió.  

Casanova Rodríguez, por su parte, admite que “es difícil [para los maestros] mantenernos concentrados en un ambiente tan caluroso, imagínense ellos [los estudiantes] para que se concentren”.

Considerando que la infraestructura escolar de Puerto Rico continúa en reconstrucción desde el huracán María en 2017, el DE todavía no alcanza la resiliencia de las escuelas, algo que se define por los planteles que cuentan con cisternas y generadores eléctricos o sistemas fotovoltaicos. En la Escuela Luis Muñoz Marín, “si se va la luz, no hay opciones”, apuntó Casanvova.

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A Flourish chart

Resulta imprescindible que cada escuela conozca su entorno y factores de riesgo, recomienda la especialista en Salud Ambiental, Gredia Huerta Montañez. “Aunque haya unas guías del Departamento de Educación relacionadas al cambio climático, cada escuela tiene que entender cuál es su realidad, para entonces desarrollar un plan escrito, con los roles bien definidos, y que ese plan se revise periódicamente” con la participación de toda la comunidad escolar, exhortó. https://www.youtube.com/embed/EUbJT3VFWL4?si=U3CWV-ZtLnzCQGZz

El protocolo, que se encuentra como anejo sobre el calor extremo del Plan Operacional de Emergencias de las escuelas, tiene recomendaciones generales, como mantenerse hidratado o permanecer el mayor tiempo posible en lugares ventilados o con aire acondicionado. No menciona ninguna iniciativa específica para identificar espacios donde atender a personas afectadas por un golpe de calor o para reforestar los planteles. Al comparar este documento con protocolos de cuatro distritos escolares en EE. UU., coinciden las recomendacionesgenerales sobre hidratarse y limitar las actividades al exterior. Sin embargo, contienen guías específicas, por ejemplo, de cuándo se deben suspender estas actividades según el índice de calor registrado, así como la periodicidad que deben tener las pausas para hidratarse o detener actividades físicas.  

“Tenemos una situación que, dependiendo de cuán bien o cuán pobre esté equipada esa escuela, pues va a exacerbar a todos los estudiantes”, advirtió Zambrana. 

Planteles sin ventilación cruzada, aquellos con aires acondicionados dañados y ventanas cubiertas por screens plásticos, son algunos de los ejemplos mencionados por Zambrana sobre la falta de preparación de las escuelas para afrontar las olas de calor. “Tampoco puedes sacar a los estudiantes a la cancha si no tienen techo para poder decir, ‘vámonos y aprovechamos la ventilación natural’. Todo eso va a afectar cognitivamente a los estudiantes y a los maestros también”, abundó la psicóloga. 

El desafío de la demanda energética

En la medida en que el calor extremo es más cotidiano, aumenta la demanda de enfriamiento para mantener las escuelas con temperaturas seguras y cómodas. Un análisis de Climate Central, organización que reúne científicos y comunicadores independientes que investigan el cambio climático, estimó que en la última década la demanda de aires acondicionados para el regreso a clases en EE. UU. aumentó un 34%. De manera similar, durante el verano de 2023 en Puerto Rico, la demanda energética diaria incrementó hasta un 30%, según una investigación de académicos de la Universidad de Albany y la Universidad de la Ciudad de Nueva York (CUNY).

“Un compañero fue y se compró cuatro consolas de aire acondicionado [portátiles]. Cuando las conecta, se cae el sistema [de electricidad]. Entonces quitó una. Ahí vino el de Edificios Públicos, prendió los breakers, dejó tres y se caía. Quitó otra y se caía. Solamente permitió una. Ahí descubrimos ese desperfecto que hay en la escuela”, contó el profesor Quintana.

Tanto el DE como la Oficina para el Mejoramiento de las Escuelas Públicas (OMEP) han invertido más de $15 millones desde el 2021 en compra o alquiler e instalación de sistemas de aire acondicionado en 12 escuelas. Tres corporaciones han sido contratadas para estos trabajos: A.C.R. Systems, Jayvee Conditioning & General Contractors y Alfredo Atkinson. La AEP también alquila unidades de aire acondicionado para tres escuelas desde al menos el 2023 por un total de $417,980. 

En la escuela de Culebra, las únicas áreas que cuentan con aire acondicionado son la biblioteca, el salón comunitario, la oficina de la directora y los salones de Educación Especial y Kinder. Aunque los aires acondicionados pueden ser una alternativa, Quintana plantea que “es como tirarse un tiro en la pierna, un círculo vicioso, porque ¿quién paga la luz? Se tiene que pensar el diseño arquitectónico de la escuela, techos altos, más abierto, tomar en cuenta la salida y puesta de sol, las corrientes de viento”. El edificio principal de la escuela, que es usado como refugio, cuenta con las características mencionadas por Quintana. Sin embargo, el edificio para el nivel secundario no tiene el mismo diseño.   

La adaptación de las escuelas al calor extremo “ha avanzado muy poco de parte del Departamento”, opinó el catedrático asociado en Análisis Físico-Espacial de la Escuela Graduada de Planificación de la UPR, José Javier Hernández Ayala. “El esfuerzo ha sido de los padres y maestros”, agregó al recordar que junto a su suegro instalaron aires acondicionados en la escuela pública donde su esposa labora como maestra. 

Huerta Montañez, por su parte, resaltó que no solo el ambiente de calor en la escuela afecta el aprendizaje, “es que esos niños van a un hogar, y en ese hogar se le va la luz todos los días o la inestabilidad del sistema [eléctrico] dañó los aires acondicionados. Así que ese niño no puede estudiar bien, no puede hacer sus tareas bien, ni dormir bien”.

Si bien llenar los planteles de aires acondicionados tampoco es la única solución, Hernández Aysls propone convertir escuelas en centros de resiliencia energética y climática con sistemas fotovoltaicos, por ejemplo. También propone implementar proyectos de reforestación, así como como modelos de planificación y diseño eficientes para manejar espacios de sombra, y actualizar sistemas de refrigeración y aire acondicionado por equipos eficientes (energy efficient).

La obsolescencia de equipos no es un asunto exclusivo de Puerto Rico. Desde el 2020, la Oficina de Contraloría General de EE. UU. (GAO en inglés) estima que el 41% de los distritos escolares necesitan actualizar o reemplazar sus sistemas de calefacción, ventilación y aire acondicionado. 

La investigación entre las universidades de CUNY y Albany resaltó que el aumento de la demanda energética plantea desafíos a las infraestructuras existentes, “que no están diseñadas para gestionar cargas tan elevadas de manera eficiente. Es crucial mejorar el aislamiento y las ventanas de los edificios para mejorar la eficiencia energética y reducir los costes de refrigeración. También es esencial implementar sistemas avanzados de climatización”.

En la Escuela Ecológica, las fluctuaciones de voltaje han dañado equipos del comedor, tales como la máquina de hielo, un refrigerador y los abanicos de techo, contó María Villanueva, quien labora en el plantel hace cinco años. Las tres empleadas del comedor cocinan para su comunidad escolar sin contar con campana de extracción. El almacén de alimentos no tiene buena ventilación ni buena iluminación, por lo que se han visto en la necesidad de “decomisar [alimentos] a cada rato”, cuando se dañan los productos enlatados antes de su fecha de vencimiento por las altas temperaturas o la humedad. 

Los abanicos y algunos equipos del comedor de la Escuela Ecológica no funcionan.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

En abril de 2024, el DE contrató a la firma de ingeniería M2A Group por $2,142,000 para que evaluara en una primera fase las condiciones de las subestaciones eléctricas y la capacidad energética de 400 de un total de 709 escuelas.  

El CPI solicitó el informe rendido por M2A Group, pero Educación sólo proveyó un informe parcial. De la documentación provista se desprende que la compañía contratada analizó 425 escuelas pertenecientes a las regiones educativas de San Juan, Bayamón, Mayagüez, Ponce y Arecibo. De los más de 400 planteles evaluados, M2A identificó que 365 tienen sistemas de aires acondicionados que no funcionan.

Las normas del DE para lograr la “eficiencia energética” ordenan a los directores escolares y personal docente a orientar al estudiantado sobre la importancia del ahorro energético y el impacto del consumo eléctrico en el cambio climático. Además, exhorta a apagar todos los equipos y luces al final de cada jornada, y mantener la temperatura de los aires acondicionados entre 70 a 72 grados Fahrenheit.

Sin un panorama claro de las necesidades energéticas de las escuelas, la reforestación surge como respuesta costo efectiva para mitigar el calor. El año pasado, el DE anunció el comienzo de una alianza con el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) para sembrar árboles en las escuelas. Entre abril de 2024 y mayo de 2025, sembraron 39 árboles en ocho planteles. 

Las escuelas en Puerto Rico celebraban el Día del Árbol anualmente desde finales del siglo 19. Por tradición, ese día se sembraban árboles en los patios escolares. La celebración fue quedando en el olvido con las consecuencias que hoy vivimos.  

La estructura para el nivel primario de la escuela cuenta con techos altos y ventilación cruzada.
Foto por Brandon Cruz González / Centro de Periodismo Investigativo

Oficinas vagones para psicólogos escolares

La secuencia de emergencias que ha afectado al país desde 2017 ha expuesto a la población en edad escolar en Puerto Rico a experimentaransiedad, depresión o síntomas de estrés postraumático ante la interrupción de las rutinas o el desplazamiento obligado si sus hogares se ven afectados por un fenómeno natural. Además, los niños están en mayor riesgo de desarrollar ansiedad o depresión por la exposición al calor extremo, según reportó la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA en inglés). En estas circunstancias, es de esperarse un aumento en los estudiantes que son atendidos por los psicólogos escolares. 

Zambrana reconoce que el conocimiento sobre el cambio climático y no ver progreso en la política pública para afrontar los fenómenos cada vez más extremos desata  frustración tanto entre los estudiantes como en el magisterio. 

“La política pública del País tiene que ayudar y abonar. Entonces, ¿no podemos resolver el asunto de una mejor ventilación? No hay excusa para no hacerlo porque el presupuesto del Departamento de Educación da para eso y más. También debe haber una conciencia de cómo maximizamos los espacios abiertos que hay en nuestras escuelas”, dijo.

En el 2000 se legisló para crear plazas de psicólogos escolares, y actualmente la agencia tiene 58 puestos vacantes en un total de 870 escuelas. Los profesionales de la Psicología han denunciado la carga excesiva de trabajo administrativo, el retraso en el pago de sus salarios, así como la falta de espacios con las condiciones para asegurar la confidencialidad de sus pacientes. 

Zambrana aseguró que aunque la ley para asignar psicólogos escolares tiene más de 20 años no fue hasta que se declaró la pandemia que se asignó presupuesto para contratarlos. “Vienen después de la pandemia [a identificar presupuesto], cuando ya han pasado un montón de traumas socionaturales. Por eso los colegas no dan abasto, porque paradójicamente, con menos estudiantes tenemos más dificultades porque esos estudiantes tienen los problemas agrandados, multiplicados, arrastrando unas secuelas”, dijo la catedrática. 

En respuesta a la carencia de espacios, a principios de mayo el secretario del DE, Eliezer Ramos Parés, firmó un contrato por casi $9 millones para que Salud para Todos, Inc. provea e instale 111 vagones que servirán como oficinas para estos profesionales en o antes del 30 de agosto. Cada vagón tiene un costo de $80,136.99.

Por otro lado, un profesional de la psicología puede tener asignadas varias escuelas, según recoge un testimonio de un estudio del Instituto de Investigación Psicológica de la UPR en Río Piedras: “Por lo menos hasta marzo, tenía tres escuelas asignadas. Tenía más de 100 estudiantes entre las tres escuelas”. Se le preguntó al DE cuántos psicólogos están atendiendo más de una escuela a la vez y la agencia confirmó al CPI que hay cinco psicólogos escolares que brindan servicios en dos planteles a la vez, pertenecientes a las regiones educativas de Humacao y Ponce. 

Imposible planificar ni responder a emergencias sin datos

Desastres de distintas proporciones, desde huracanes hasta inundaciones provocadas por lluvias intensas, e incluso las olas de calor, afectan no solo el desempeño de los estudiantes y maestros, sino la capacidad de operación de las escuelas. Esta es una realidad no solo para Puerto Rico.

Prensa Asociada reportó que tras el paso del huracán Helene en septiembre de 2024, las escuelas en Carolina del Norte estuvieron semanas sin poder retomar la enseñanza ante la falta de servicios de electricidad y agua, así como carreteras intransitables a lo largo de la región.

En Asheville, la ciudad más grande de la región oeste de ese estado, los planteles se mantuvieron cerrados un mes mientras los líderes escolares del distrito conjeturaban cómo abrirlos sin contar con agua potable. En última instancia, acordaron que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA en inglés) proveyera paletas de agua embotellada y cisternas para el uso de los baños. 

En lugares más remotos, las escuelas estuvieron cerradas dos meses, como en el municipio de Yancey, donde está la montaña más alta al este del río Misisipi. Los alumnos de la Escuela Elemental Micaville, por ejemplo, perdieron 39 días de clase y tuvieron que dividir la matrícula entre dos planteles del distrito escolar. 

Regresar a las aulas requirió un esfuerzo titánico tras perder tantos días lectivos, y algunos alumnos tuvieron que despedirse de toda su clase. Los estudiantes necesitaron mucho apoyo emocional y psicológico, al punto que dejarse llevar por el currículo de enseñanza pasó a un segundo plano. 

En Puerto Rico, líderes magisteriales, organizaciones y académicos estimaron que tras los huracanes Irma y María se perdieron 98 días de clase, pero el Departamento de Educación no registra estas pérdidas por causa de los desastres, según dijo la agencia en una demanda de acceso a la información presentada por la organización de justicia climática El Puente. 

“No podemos seguir respondiendo a las emergencias como eventos aislados, sin planificación y sin datos. La única forma de lograr esta justicia [climática] que añoramos es con información precisa que nos permita conocer cuál es el escenario al que nos enfrentamos y así trazar un plan efectivo”, señaló en la demanda el director ejecutivo de la organización, Federico Cintrón Moscoso.

A dos semanas del inicio del semestre, el DE divulgó dos cartas sobre estrategias preventivas ante el calor extremo. La primera incluye medidas que, según documentó el CPI, ya han tomado las comunidades escolares para proteger al estudiantado de enfermedades relacionadas a las temperaturas extremas. La segunda anuncia la distribución a los estudiantes de agua en empaques de cartón a un costo de $1,950,000.

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