miércoles, mayo 21, 2025
spot_img
InicioPuntos de VistaOpinión | No es ajena la vergüenza… cuando la playa es nuestra

Opinión | No es ajena la vergüenza… cuando la playa es nuestra

Por Luis Y. Ríos Silva

Desde la costa majestuosa de Cabo Rojo hasta las montañas que abrazan Yauco, el suroeste de Puerto Rico es uno de los paisajes más hermosos y diversos del Caribe. Pero también, lamentablemente, uno de los más golpeados por la indiferencia. La basura no solo tapa los zafacones; tapa también nuestra dignidad.


Basta con visitar Playuela en Aguadilla, El Combate en Cabo Rojo, o recorrer el malecón de Guánica para notar cómo los desperdicios se acumulan sin tregua. Y aunque culpamos a los turistas, gran parte de esa basura es nuestra. Como sociedad, hemos fallado. La vergüenza no es ajena cuando somos nosotros quienes ensuciamos.


La EPA (2023) reveló que los vertederos en Puerto Rico, muchos ubicados en municipios del sur y oeste, incumplen con las normas ambientales federales. Mientras tanto, el Departamento de Recursos Naturales reporta que generamos más de 55,000 toneladas de desperdicios semanales, pero reciclamos menos del 10% (DRNA, 2019; Instituto de Estadísticas, 2023). La Ley 70 de 1992 aspiraba a reciclar el 35%, pero más de tres décadas después, apenas se habla del tema en nuestras comunidades.


Y el problema no es solo del gobierno. Es nuestro. En cada cajetilla tirada en Joyuda, en cada botella abandonada en La Parguera, en cada nevera lanzada a un monte de Maricao. Hemos aprendido a convivir con la basura y a justificarla. Pero cuando alguien lo denuncia, nos ofendemos.


En octubre de 2024, el comediante Tony Hinchcliffe llamó a Puerto Rico “una isla flotante de basura” (BBC News, 2024). Sus palabras dolieron. Pero, ¿acaso no reflejan algo de nuestra triste realidad?


No basta con indignarnos. Hay que actuar. Exigimos limpieza, pero no enseñamos a nuestros hijos a no tirar basura. Queremos playas limpias, pero nos vamos sin recoger lo que llevamos. Esperamos que los municipios hagan milagros con presupuestos raquíticos, mientras nos excusamos en que “ya estaba sucio cuando llegamos”.
Mientras países como Suecia y Taiwán lideran en reciclaje y gestión de residuos (IMFFSS, 2023; Recycling Today, 2022), aquí seguimos sin tomar en serio la educación ambiental.
Días atrás, un amigo vino de visita desde el estado de Washington. Visitó Survival Beach en Aguadilla y luego compartimos una cena en Palmas del Mar. Con pesar me dijo: “Luis, me dio vergüenza ajena ver tanta basura en una playa tan hermosa.” En lugar de criticar, recogió lo que pudo. Yo sentí vergüenza, pero no ajena. Era mía. Y también sentí esperanza. Porque aún hay quienes, sin ser de aquí, actúan con respeto hacia lo que nosotros damos por perdido.


Puerto Rico no es una isla sucia. Es una isla abandonada por la conciencia. Pero eso se puede cambiar. Y debe comenzar aquí, en nuestras costas, nuestras plazas y nuestras escuelas del sur y oeste. Demostremos que amamos esta tierra no solo cuando la cantamos, sino cuando la cuidamos.


Sobre el autor
Luis Y. Ríos Silva es catedrático en la Universidad del Sagrado Corazón. Cuenta con más de 20 años de experiencia en enseñanza presencial y en línea, tanto en Puerto Rico como en Estados Unidos. Especializa en investigación social, emprendimiento y desarrollo económico regional.

RELATED ARTICLES

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí

Las Más Leídas

Comentarios Recientes