miércoles, febrero 5, 2025
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Conozca a la rana cubana y su impacto en la Isla

La presencia de la denominada “rana cubana” (conocida científicamente como osteopilus septentrionalis) en Puerto Rico, ha pasado desapercibida para muchos ciudadanos, hasta el punto de que algunos desconocen su existencia. A pesar de ser un anfibio relativamente común en algunas regiones de la Isla, muchos la confunden con otras especies nativas, como los sapos o los coquíes.

Para arrojar luz sobre este tema, Periódico Visión conversó con el doctor Ricardo López Ortiz, director de la División de Investigación y Manejo Pesquero Comercial en el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), quien explicó en detalle las características de la rana cubana y su efecto en el ecosistema boricua.

De acuerdo con el doctor López Ortiz la rana cubana llegó a Puerto Rico que creemos llegó a la Isla probablemente a través de embarcaciones militares de Estados Unidos (EE.UU.). “Según reportes del investigador Juan A. Rivero, la primera aparición documentada fue cerca de la antigua Base Ramey en Aguadilla y de ahí se fue propagando por distintas zonas hasta llegar a lugares como Cabo Rojo y otros municipios del oeste”, explicó.

Aunque la distribución de la rana cubana se ha ido ampliando, López Ortiz, manifestó que esta especie suele verse más frecuentemente en áreas húmedas o con suficiente cobertura vegetal, ya que necesita mantener su piel hidratada. “Sin embargo, han reportado casos de avistamientos en zonas con climas más secos, lo que sugiere su gran capacidad de adaptación”, destacó.

A pesar de que muchos puertorriqueños identifican las ranas y sapos de manera generalizada, es importante mencionar que la rana cubana posee rasgos muy particulares. “A simple vista, la gente podría confundirla con el coquí porque tiene discos en la punta de los dedos y ojos saltones. Sin embargo, la rana cubana es notoriamente más grande que cualquier coquí, presenta una piel menos arrugada que los sapos comunes y una coloración verdosa o pálida que puede variar dependiendo de su entorno”, describió López Ortiz.

Aunque la rana cubana está catalogada como especie invasora, el Director de la División de Investigación y Manejo Pesquero Comercial indicó que no hay evidencia clara de un daño significativo a la fauna o a los cultivos de la Isla. “La mayoría de los estudios científicos realizados hasta el momento están basados en el análisis de la dieta de estos animales. Algunos de estos contenidos estomacales suelen revelar la presencia de insectos que podrían considerarse plagas agrícolas, pero aún no podemos afirmar con certeza un impacto positivo o negativo en la agricultura”, subrayó el biólogo.

Asimismo, el Doctor precisó que no hay evidencia concluyente de que la rana cubana se alimente de especies nativas como los coquíes o que afecte severamente los cultivos. “Sin embargo, tampoco podemos descartar que, dada su adaptabilidad, compita con otras especies por alimento o territorio”, señaló.

A diferencia de algunos sapos (como el sapo común, rhinella marina), cuyas glándulas parótidas producen toxinas que pueden afectar el sistema nervioso de mascotas y otros animales, la rana cubana no posee piel tóxica. Sin embargo, su orina (urea) es ácida y puede causar irritaciones leves si entra en contacto con zonas sensibles del cuerpo, como ojos o mucosas nasales.

“He manipulado muchas ranas cubanas y nunca he tenido problemas, pero si su orina cae en los ojos, la persona sentirá ardor. Nada que implique una visita al hospital, a menos que exista alguna alergia o complicación médica específica”, puntualizó el doctor López Ortiz.

De esta forma, el funcionario del DRNA recomendó tener precaución si las ranas se posan constantemente sobre superficies metálicas, como las manijas de las puertas, pues la acidez de la urea puede corroer algunos materiales.

El DRNA, en colaboración con la Academia y otras agencias, ha tomado cartas en el asunto para comprender mejor a la rana cubana y desarrollar métodos eficaces de manejo. Un aspecto vital es la labor educativa, orientada a diferenciar las especies nativas de las invasoras.

“Acabamos de concluir un documento, aún pendiente de firma, que es un memorando de entendimiento con el Recinto Universitario de Mayagüez (UPR). A través de esta gestión queremos facilitar y promover investigaciones relacionadas con la herpetología (estudio de anfibios y reptiles) para conocer a fondo el comportamiento de esta especie y su impacto local”, declaró López Ortiz.

Para concluir, el Director de la División de Investigación y Manejo Pesquero Comercial del DRNA exhortó a la población a mantenerse informados y reportar avistamientos inusuales a las autoridades competentes, especialmente si se sospecha que la especie está interfiriendo con actividades agrícolas o con la biodiversidad local.

“Hemos logrado mucho con el personal y los recursos disponibles, pero necesitamos el apoyo ciudadano para monitorear dónde y cómo se sigue dispersando la rana cubana. Cualquier persona que tenga inquietudes puede comunicarse con el DRNA para aclarar dudas o recibir orientación sobre esta y otras especies invasoras”, finalizó diciendo el doctor López Ortiz.

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